Go State!
Acaba de terminar la semifinal de la NCAA que ha enfrentado a Michigan State y a Conneticutt en la Final Four del baloncesto universitario americano que se ha disputado en Detroit. No puedo disimular mi inmensa alegría por la victoria de "mi universidad", osea, Michigan St. frente a UCONN que partía como favorita y lo siento por mi amigo Rafa Pulido, que es seguidor de éstos últimos.
El partido me ha regalado imágenes que sólo pueden darse en el baloncesto universitario, pasión, emotividad, buen juego a ratos y mucha ingenuidad. Pero aún así es fascinante.
La liga de baloncesto universitaria americana es todo un ejemplo de cómo se pueden compaginar los estudios y el deporte de alta competición. Una mezcla que genera mejores personas.
En España es muy raro que eso se produzca por más que se esfuercen las universidades nacionales ya que en sus centros el deporte no deja de ser un complemento muy al margen de la actividad docente y los que llegan a ser deportistas profesionales no llegan casi nunca a ser universitarios. Y es una pena.
El secreto está en potenciar las ligas universitarias y en darle facilidades a los chicos y chicas para que puedan hacer deporte y estudiar a la vez. No digo que los aprueben sin merecerlo como ocurre algunas veces en EE.UU., sino que la práctica deportiva y los duros entrenamientos que acarrean entren dentro de los horarios lectivos y se tengan en cuenta a la hora de ponerles prácticas, exámenes y clases.
Un ejemplo. En mis años universitarios tuve que compaginar mis estudios de periodismo con el baloncesto. Era jugador del equipo sub 21 del Caja San Fernando, el segundo equipo del club por entonces y entrenaba un mínimo de 3 horas al día. Ni me imagino las carcajadas de cualquier profesor de mi facultad si le hubiera dicho en alguna ocasión que me cambiara un examen porque tenía un partido en Granada... Tuve que optar.
Y aquí estoy... escribiendo.
Foto: AP
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