miércoles, 24 de enero de 2007

Las llaves. La puerta


Hacía ya semanas que no la esperaba. Durante días, puede que meses e incluso años, sintió un pequeño cosquilleo cada vez que se acercaba a su puerta. Con estudiada parsimonia, intentando ponerse nervioso a si mismo, metía la llave en la cerradura y abría la puerta de su casa con la vaga esperanza de ver algo diferente a como él lo había dejado al salir. Una luz encendida, un abrigo, unas llaves. Algo. Algo que significara todo.

Cuando Ella se marchó El insistió en que se llevara las llaves de casa. Por si un día vuelves. No voy a volver. Por si acaso. Y ese último momento fue el que alimentó cada día la entrada a su hogar. Aquella casa que ambos compraron porque Ella se había encaprichado desde el día que la vio por primera vez.

Si algo estaba distinto es que Ella habría vuelto y ahí radicaba su esperanza. Y para tener la certeza de que eso fuera así le quitó las llaves a todo el mundo. A su madre, a la señora de la limpieza... Incluso a la socorrida vecina que cuidaba del solitario pez que apenas sobrevivía en su enorme pecera y que regaba las plantas en sus continuas ausencias.

Pero los días pasaron. El pellizco en el estómago al abrir la puerta, la esperanza de ver la luz encendida en su propia casa, se fue diluyendo a base de desilusiones propias, de que nada cambiase en su ausencia. De no verla volver. Volver. Siempre volver.

Aquel día llevaba unos vaqueros viejos, de antes, una camiseta gris más antigua todavía y una chaqueta que se trajo de Estados Unidos el siglo pasado. Quizás tuviera la cara más gorda y menos pelo en la cabeza, pero conservaba su característico estilo al andar, arrastrando los pies, y encogiendo los hombros, coco si protegiera el corazón de nuevos hachazos de la vida.

Con un movimiento mecánico abrió el portal y subió las escaleras de su casa. Su mente viajaba ya hacia el abismo del día siguiente, un día que sería tao tedioso como aquel y como todos. nada en qué pensar más allá de sobrevivirse. Superar su propia existencia.

Llegó a la puerta de su casa. Buscó entre diversos objetos que se amontonaban en sus bolsillos y sacó la llave. Entonces sintió algo raro. Por primera vez en mucho tiempo un sentimiento casi olvidado vino y se hizo presente. Fue al girar la llave. Nunca nadie sabrá porqué pero fue antes de que la puerta se abriera y pudiera comprobar que la luz estaba encendida cuando el antiguo pellizco en el estómago apareció como si no hubiese desaparecido a base de desilusionarlo.

La luz estaba encendida, pero no se asustó. no pensó que hubiesen entrado ladrones. Unas llaves con el llavero de una pequeña casita de metal estaban en el mueble. Las habría reconocido entre un millón.

En el sofá, una manta tapaba el cuerpo aturullado de Ella y una maleta medio naranja permanecía junto al pasillo.

Se miraron un rato en silencio, sin moverse. Otro rato. Más silencio. El terminó por acercarse un poco. He hecho la cena. ¿Qué has preparado? Ensalada de canónigos con queso de cabra y tortilla. ¿Cuándo has llegado? Hace días que volví, pero no he llegado hasta hoy. Tengo frío. Ven aquí, ven.

viernes, 12 de enero de 2007

Grita por mi

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Somos muchos los que hace nueve meses miramos con esperanza el proceso que se abría con el alto el fuego de ETA. Gente que pensó que era posible acabar con uno de los pocos reductos que quedan en España de épocas pasadas. El terrorismo de ETA es una lacra que nos diferencia del resto de los países desarrollados y que impide que una comunidad se desarrolle como es debido. La bomba de la T4 nos ha despertado del sueño de la paz a todos los que apostamos por ver con nuestros propios ojos un estado sin amenazas internas. La verdad se ha hecho tragedia.
Ya habrá tiempo de analizar las causas de este final infeliz. La culpa es de ETA que es quien mata, quien engaña y quien traiciona los principiso democráticos cada vez que nos sentamos a escucharlos, pero también es verdad que aquellos que han llevado el proceso no lo han hecho todo lo bien que queríamos. No es comprensible que un día antes del atentado el presidente Zapatero se mostrara tan convencido de lograr avances. "Hoy estamos mejor que hace nueve meses y dentro de un año estaremos aun mejor" dijo ZP. Parece complicado que se cumplan esos presagios, lamentablemente.
Pero eso, hoy, no es lo importante. Hoy me gustaría centrarme en la manifestación que tendrá lugar mañana en Madrid a la que el PP y la AVT no se han sumado. Ninguna de las razones que han esgrimido son aceptables, parece increible que una asociación de víctimas no acuda a estar con las familias de una de ellas. ¿no será que los muertos son ecuatorianos? No quiero ni pensar que alguien piense que hay víctimas de primera y de segunda. Y lo del PP tiene un sólo nombre. Cinismo. Pero bueno, es la historia de la derecha española. Juega con otras reglas.
A pesar de todo, espero que mañana vaya mucha gente, que Madrid se llene de un grito silencioso contra la barbarie, a favor de la paz, en contra de ETA. En eso, creía yo que estábamos todos de acuerdo. Yo lamentablemente no podré estar. Mi corazón no me lo permite. Pero espero que vaya una persona en mi nombre para gritar, que una persona me preste su aliento para decirle alto, bajo, y claro: ETA NO.

miércoles, 10 de enero de 2007

Regalos

Hace pocos días que terminaron mis odiadas Navidades. Una amiga me comentó que son fiestas para los felices. No sé, yo creo que son momentos en los que realmente las emotividades salen a flor de piel y el que está mal, se pone peor, y el alegre se alegra más.
Y hablando de alegrarse. El día 6 recibí un montón de regalos maravillosos. Este año he debido ser especialmente bueno. Creo que si, quizás demasiado. Yo también hice muchos. Y lo cierto es que estoy más contento por los que yo he comprado que con los recibidos, a pesar de que son geniales todos ellos. Mi pregunta es: ¿quien disfruta más el que regala o el obsequiado? Supongo que tendrá mucho que ver de quien te regala y a quien regalas tu.
Yo este año lo tengo claro. Estoy contento, he cumplido con mi conciencia.¿Y tu?