jueves, 3 de septiembre de 2015

Aylan Kurdi. El niño que nos pone ante el espejo

Todos los periodistas llevamos una persona dentro. Y como humanos, sentimos,y tenemos opinión de las cosas. La objetividad no existe, si acaso, la ausencia de voluntad a la hora de querer influir hacia un lado o hacia otro es a lo máximo a lo que podemos aspirar. Cada noticia que se elabora está llena de decisiones humanas, cada palabra que se dice, o que se omite, es una opción y como tal, está sujeta a la posibilidad de errar. Lo mismo pasa con las fotos.
Ayer vi la foto de Aylan Kurdi, un niño varado en la playa, con su cabecita de tres años boca abajo entre metida en el agua. Aylan es un niño sirio que huyendo del conflicto de su país pretendía llegar a Europa con su hermano y sus padres. La foto es devastadora y probablemente va a pasar a la historia.
Escuché el debate que los compañeros de ABC tuvieron en su redacción sobre si llevarla a su portada y al final decidieron no ponerla y eso me hizo dudar. ¿Debía buscarla yo por mi cuenta? Sabía que me iba a doler. Al final, pudo más mi necesidad de ver y analizar si la decisión era buena que mi estómago. La vi. Y si. Me dolió. Me devastó, Lo reconozco. Lloré, y aún cuando escribo esto, se me saltan las lágrimas.
No en este caso, pero si en otros se me ha presentado la disyuntiva de si era bueno publicar algo o no y la decisión puede no ser fácil. La foto es verdad, una verdad dura y cruel que nos hace mirarnos a nosotros mismos ante el espejo de ser humano que somos. Si tiene mucho o poco morbo es una cuestión de opiniones y para decidirlo estamos los periodistas. ¿Nos hace falta ver esa imagen para saber lo que está pasando? ¿Aporta algo a la audiencia? ¿La molesta? ¿Hay que molestar a la audiencia? Yo, sinceramente, no sé si la habría publicado, creo que si.
¿Por qué?
Pues porque creo que ilustra mejor que nada el drama que está pasando y que nos incumbe, queramos o no, a la vuelta de la esquina. Porque ya no es sólo su problema y comienza también a ser el nuestro. esta gente se está muriendo y no les queda otra que intentar salvarse, aunque muchos, como ese niño, no lo hayan logrado. O los acogemos mientras conseguimos parar la guerra, o simplemente morirán.
Porque tengo hijos con esa edad y me he pasado el verano haciendo castillitos en una playa muy parecida a esa en la que Aylan Kurdi yace. Y ese niño podría ser el mío y se me parte el alma de pensarlo. ningún niño merece estar así, tirado en la orilla. Y si no nos enteramos por las buenas, quizás debamos enterarnos por las malas. Aunque duela.
Os voy a dar la opción de ver o no la foto. os dejo el enlace y haced lo que creáis más conveniente para vuestra cabeza y vuestro estómago. Suerte con la decisión. Aquí