sábado, 16 de agosto de 2014

De escaladas y otras gilipolleces veraniegas

 
 
Subir una montaña, para llegar arriba, poner los brazos en jarras, y volverse a bajar. Visto así es una gilipollez, quizás por eso le hemos puesto otro nombre como escalar, que suena a deporte. (y es que todos los deportes visto con simpleza son una gilipollez: 22 tios en calzoncillos detrás de una pelota; 10 larguiruchos en ropa interior intentando meter una pelotaza por un aro; esos que dan vueltas a una pista; los que le dan a una pelotita con una pala; y esos que intentan meter una bola en un agujero dándole con un bastón...). El caso es que subirse a lo alto de las cosas es muy primate, quiero decir que está en lo más profundo de nuestro subconsciente. Por eso, y porque soy gilipollas (osea que me gusta hacer deportes), me subí a uno de Los Frailes.
 

Desde pequeño nos gusta subirnos a lo más alto de lo que tenemos alrededor. Será que en la infancia estamos más cerca de nuestros ancestros primates. El que tenga niños lo sabe bien, y el que no, que recuerde sus días en los parques en los que se subía encima del tobogán a mirar desde arriba antes de tirarse, una y otra vez. Quien no se ha subido a un árbol mientras su madre le gritaba: "niñ@, bájate de ahí que te vas a caer". Y tu ni puto caso. Yo en casa tengo a dos escaladores- primates cuya máxima es "mientras más alto- mejor. mientras más inestable sea la superficie de escalada- mejor todavía". Les salvo la vida una media de tres veces al día. Dicen que esta etapa pasará aunque no sé si llegaré a verlo.

Me levanté a las 7:30. Si yo. Si, por gusto. Y tras tres horas de subida llegué a la cima de uno de "Los Frailes" en Cabo de Gata, Almería. Es la montaña más alta de la sierra, y un antiguo reto que me ´corroía la mente cada verano. Fue emocionante, divertido y cansado. Todo para llegar arriba, poner los brazos en jarras... Y contemplar una de las vistas más bonitas que había visto.
Luego tuve que bajar. Me caí tres veces, ninguna grave y cuando llegué a casa estaba tan contento como cansado. Quizás algún día, cuando los dos primates que tengo en casa crezcan y dejen de subirse a los sofás, mesas, armarios y otros sitios mucho más inverosímiles que omito por vergüenza y miedo a que me quiten la custodia, quizás entonces suban conmigo al Fraile.
De momento, el año que viene subo otra vez. Gilipollas que es uno.

jueves, 7 de agosto de 2014

Gotas en la ITV

Advertencia. Este relato NO es para menores. Tampoco para personas con estómagos delicados...



No sabía el nombre de aquel tipo. Sólo que tenía que morir despacio… Y vaya si tardó en morir. Nunca creí que un hombre tuviera tanto aguante al desangrarse. Soy un tío que se informa mogollón y había leído que Séneca se suicidó cortándose las venas en agua caliente quedándose como dormido. Mis instrucciones eran un poco más crueles y se me fue la mano… Y el tiempo.

Verán soy… bueno, soy un asesino por encargo. No soy un degenerado, joder. No soy uno de esos que mata a su mujer y la congela en trocitos. Yo lo hago por dinero. Es un trabajo como otro cualquiera, sólo que en éste caso si te pillan vas directo a la cárcel. Es verdad que disfruto con mi trabajo, pero a los carniceros también les gusta el suyo y nadie se mete con ellos, ¿vale?

Esta mañana tenía una “cita” con un desgraciado bien temprano. Según los datos de quien me había hecho el encargo el hombre salía de su casa a eso de las seis, así que era el momento idóneo para agarrarlo,  y hacer el trabajo. Tiempo suficiente para luego pasar la ITV de mi coche. Que los matones también tenemos una vida, joder. El caso es que como el idiota este no se moría ni a la de tres, no me dio tiempo a deshacerme del cadáver y me he tenido que venir a la estación de ITV´s con el muerto en el maletero. ¿Qué otra cosa podía hacer? Había pedido cita por internet hace días y si no estaba aquí a las 9:15 tendría que volver a pedirla y no tengo tanto tiempo libre.

Corté a aquel tipo por doscientos sitios y el pobre no paraba de sangrar. Tendrías que haber visto la cara que ponía al verse el bazo fuera de su enorme barriga. Yo estaba flipado de que no se desmayara, pero él también. No quería apuñalarle el corazón, no me parecía profesional. El encargo era que se muriera desangrado así que nada de cuchilladas mortales. Eso si, como no paraba de chillar tuve que cortarle la lengua casi al principio y eso fue una putada, porque a mí me gusta comentar la jugada y en este caso sólo estábamos el infeliz y yo.

Nada más llegar a la ITV tuve que pedir número para pagar. Una pantallita táctil de esas me dio número. Aquello estaba lleno de gente. Pagué mis 43 € de rigor y ahora estoy esperando a que me llamen. Uno tiene que meter el coche por una especie de túnel por el que un tipo al que llaman “el verificador” le va haciendo pruebas hasta que sale por el otro lado. Allí se supone que me darán el sellito ese para ponerlo en el cristal.

No me gusta intimar con los tipos que mato. Prefiero saber sólo lo indispensable para poder hacer mi trabajo, pero cuanto menos sepa mejor. Los tíos del matadero dicen lo mismo, o los que crían pollos y toda esa mierda. Pero como éste no se moría y aquello se hacía más y más largo le pedí que me escribiera su nombre en un papel. Se creyó que se lo preguntaba por si me había equivocado así que lo escribió super rápido, y eso que a esas alturas ya le faltaban un par de dedos de esa mano.

Ya me han llamado.

El tío me pide que meta el coche. Que lo arranque, que le dé a las largas, a las cortas, a las luces de freno… Se ha puesto a revisar los faros. Con los de delante no hay problema, ahora va a ver las de atrás. Más le vale no abrir el capot… ¡Un momento! ¡Este de la ITV se parece mogollón al fiambre que llevo en el maletero! ¡No puede ser!

Me dice que siga adelante con el coche y que lo ponga encima de un agujero. El verificador de la ITV baja por unas escaleritas y se pone a mirar los bajos de mi coche. La verdad es que me estoy poniendo nervioso. Quizás no haya sido una buena idea traerme al muerto a la revisión. Está tocando algo por abajo…

Ya sube.

Ahora ha metido algo en mi tubo de escape. Está midiendo los gases que emite mi coche. Joder, tiene la cara a menos de medio metro del fiambre…

Los hay que se desmayan al primer corte, y los hay que el miedo les impide perder el conocimiento. Por mucho daño que les hagas. Algún tipo me dijo que incluso hay víctimas que te piden que acabes con ellas de una vez, pero eso a mí nunca me ha pasado. A mí siempre me suplican que les deje vivos. Será la condición humana.

El de la ITV me acaba de decir que lleve el coche al siguiente punto, que va a medir la respuesta de los frenos. Joder, que este tío se parece mucho al fiambre y a mí eso me está dando muy mal rollo.

Meto la rueda en un rodillo. Freno. El coche se queda bloqueado. El tipo me sonríe. Tiene la misma cara que el del maletero cuando descansó, al fin. Yo me estaba cansando y además, no llegaba a la ITV, así que me decidí a terminar con aquello y comencé a apretarle el cuerpo y de los cientos de orificios salía sangre a borbotones. Con cada apretón el infeliz debía perder medio litro de sangre.

Ahora mide las ruedas traseras.

Al final, o se quedó sin sangre o se ahogó en ella, porque aquello era un desastre y ya no sabía si le salía o le entraba. Me miró y de pronto, dejó de verme.

Ya he terminado. El hombre me dice que me espere fuera, que me va a hacer los papeles.

Esto me pone más nervioso.

Me siento en el maletero a esperar y de pronto me doy cuenta de que he ido dejando un reguero de gotas pequeñitas. Vistas en el suelo pueden parecer de aceite, pero yo sé perfectamente que no lo son.

¡Joder!

¿Y si está llamando a la Policía? ¿Y si toda la prueba no es sólo una estratagema para mantenerme ocupado mientras llega la pasma?

¡Mierda!

¡Tendría que haber dejado a este desgraciado en medio del campo e ir a por él más tarde!

¡Ahí viene!

Me da los papeles.

-        Todo está bien. Ya no tiene que volver hasta 2016. El coche gotea. Creí que era aceite, pero no es.. ni idea.

Me da los papeles y me monto en el coche. Salgo lentamente, que no se note mi nerviosismo. Paro en cuanto puedo y miro los papeles que me ha dado. Al leer el nombre del tio de la ITV no me lo puedo creer. Lo vuelvo a leer. Saco el papel en el que el fiambre escribió el suyo. Está lleno de sangre pero aún puedo leerlo. Los compruebo. Si. Es real. Son hermanos. Mejor lo troceo y lo entierro en un olivar que conozco.