Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Somos muchos los que hace nueve meses miramos con esperanza el proceso que se abría con el alto el fuego de ETA. Gente que pensó que era posible acabar con uno de los pocos reductos que quedan en España de épocas pasadas. El terrorismo de ETA es una lacra que nos diferencia del resto de los países desarrollados y que impide que una comunidad se desarrolle como es debido. La bomba de la T4 nos ha despertado del sueño de la paz a todos los que apostamos por ver con nuestros propios ojos un estado sin amenazas internas. La verdad se ha hecho tragedia.
Ya habrá tiempo de analizar las causas de este final infeliz. La culpa es de ETA que es quien mata, quien engaña y quien traiciona los principiso democráticos cada vez que nos sentamos a escucharlos, pero también es verdad que aquellos que han llevado el proceso no lo han hecho todo lo bien que queríamos. No es comprensible que un día antes del atentado el presidente Zapatero se mostrara tan convencido de lograr avances. "Hoy estamos mejor que hace nueve meses y dentro de un año estaremos aun mejor" dijo ZP. Parece complicado que se cumplan esos presagios, lamentablemente.
Pero eso, hoy, no es lo importante. Hoy me gustaría centrarme en la manifestación que tendrá lugar mañana en Madrid a la que el PP y la AVT no se han sumado. Ninguna de las razones que han esgrimido son aceptables, parece increible que una asociación de víctimas no acuda a estar con las familias de una de ellas. ¿no será que los muertos son ecuatorianos? No quiero ni pensar que alguien piense que hay víctimas de primera y de segunda. Y lo del PP tiene un sólo nombre. Cinismo. Pero bueno, es la historia de la derecha española. Juega con otras reglas.
A pesar de todo, espero que mañana vaya mucha gente, que Madrid se llene de un grito silencioso contra la barbarie, a favor de la paz, en contra de ETA. En eso, creía yo que estábamos todos de acuerdo. Yo lamentablemente no podré estar. Mi corazón no me lo permite. Pero espero que vaya una persona en mi nombre para gritar, que una persona me preste su aliento para decirle alto, bajo, y claro: ETA NO.
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