martes, 27 de enero de 2009

Las heridas del Holocausto


Hoy es el día de la Memoria del Exterminio Nazi. Un día que cobra especial importancia tras la ofensiva israelí en Gaza por cuanto nos sirve para recordar que las masacres no traen nada bueno. Y es precisamente un pueblo masacrado a lo largo de la historia, el judío, el que está practicando ahora un pseudo genocidio contra el pueblo palestino.
Pero no sólo murieron judíos en los campos de concentración nazis. También lo hicieron muchísimos españoles. Compatriotas desheredados, abandonados a diferentes suertes que vieron como nadie se hacía cargo de ellos, como empalmaron la Guerra Civil Española con la Guerra Mundial en el colmo del sufrimiento. Como les pasó a mis tíos Francisco y Gonzalo Ortiz Crespo.
En mi familia la historia de mis tíos siempre ha permanecido en la sombra. era algo de lo que se hablaba en voz baja, sin aspavientos, era un tema que no se sacaba a la luz a menos que la conversación y la compañía lo mereciese de veras.
Un temor a ser escuchados, la vergüenza que a algunos les daba y sobretodo, que pensar en las circunstancias de su muerte nos producía un dolor extremo al ponerse en la piel de ellos y en el sufrimiento tan grande que tuvieron que pasar hasta el día en que todo acabó para ellos.
Uno era Guardia de Asalto republicano y los dos fueron pasando de campo de concentración en campo de concentración. Abandonados por todos los países a la suerte de la más despiadada máquina de matar que haya existido nunca. Los dos se fueron debilitando física y mentalmente, y su sufrimiento llegó a tal extremo que en el campo de Gussen, un día de 1941, cuando aun quedaba mucha guerra, sus cuerpos dijeron que ya no podían más y, cansados de sufrir, se tiraron a la alambrada electrificada de la mano, muriendo juntos, como hermanos que eran.
Sólo pensar en el horror que debieron sufrir mis tíos, ponerme un segundo siquiera en su piel me estremece. Faltaban treinta años para que yo naciera y sin embargo no puedo evitar sentirme un poco culpable, como si yo hubiera podido evitarlo, como si no hubiera hecho lo suficiente por ellos. tengo pendiente un viaje a Gussen. No sé cuando iré ni con quien. se trata de un viaje difícil porque muchas cosas van a salir a la luz cuando lo vea con mis propios ojos. Quizás sea la única manera de calmar ese sentimiento de culpa. Ir allí y decirles que ya no les vamos a olvidar más, que su muerte no fue en vano y que al menos yo, siempre les voy a tener en la memoria y nos les voy a abandonar nunca.

PD: Mi amigoJuan Hidalgo me ha enviado un par de enlaces que no conocía en los que se habla de la historia que cuento. Si queréis saber más sobre ellos pincha aquí. Y mil gracias, Juan.

4 comentarios:

laportademanolomartinez dijo...

...y pese a todo,¿la vida es bella?
( lo dijo Begnini)

Verònica dijo...

Mis raìces son españolas, tiene que ver con mi abuelo materno que llegò a Uruguay luego de pelear contra Franco y tener que huir para salvar su vida... pasò por muchos paises hasta que llegò aqui con un nombre que no es el suyo, falleciò hace dos años, lo extraño cada dia, era un ser maravilloso y creo que mis valores mas solidarios han crecido por su aporte a mi vida... te entiendo, te apoyo en ese viaje, lo creo super necesario, como es para mi por una causa similar viajar a conocer tu pais... un abrazo, y ojalà algun dia el mundo este salvado de tanta calamidad.. Vero.

Aurora dijo...

Sergio, me has puesto el corazón en un vilo... Siento mucho las historias como esta, la injusticia social y los crímenes injustificados me tambalean, porque no entiendo los porqué que hacen que no se respeten las ideas.
Evita sentirte culpable, la palabra culpa no es bonita, cierra el círculo haciendo ese viaje a Gussen y manteniéndolos vivos en tú memoria.
Una vez estuve en Ausvitch, fué muy duro, no pude entrar.
Un beso muy grande.
Aurora.

Sergio Crespo dijo...

Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias