Todas las obras son hijas de otras anteriores, las mías también. Las personas que han visto Por Partes, el Spone Word que hago junto a mis amigos de Neorma tiene múltiples influencias. En la temática y la ambientación bebe sin duda, de tres personas: Tim Burton, Gustavo Adolfo Bécquer y Edgar Allan Poe. Hoy se cumplen 200 años del nacimiento de éste último.
Llegué a Poe gracias al Instituto. Primero lo estudié en España, pero donde realmente me enamoré de sus escritos fue en la clase de Literatura América que daba la Sra. Tanner en Okemos High School.
Poe era un escritor tan productivo para afuera como destructivo para adentro. Una persona atormentada a la que el alcohol y los excesos le sentaban fatal y sin embargo no paraba de beber y de trasnochar probándolo todo y llevando la vida al límite. Su vida está llena de leyendas. Hay una que dice que siempre se sintió responsable de la muerte de su mujer (y prima con la que se casó contando ella apenas 13 años). La mujer tenía tuberculosis y una noche Edgar había bebido, tuvieron una discusión y el escritor la echó de casa en pleno bosque, sin abrigo y nevando. La pobre Virginia Clemm pasó toda la noche pidiendo entrar en su casa pero Poe se quedó dormido. Cuando despertó la mujer todavía vivía, pero murió a la semana, víctima de esa tuberculosis probablemente acelerada por la barbaridad de su marido. Dicen que Poe compuso el poema Anabel Lee con posterioridad en recuerdo de su mujer.
Por supuesto que la vida de Poe no fue precisamente ejemplar, y que no quisiera parecerme a él en nada, pero sus relatos fantásticos son un ejemplo y crea una atmósfera perfecta en lo tenebroso. Y yo,a día de hoy me quedo con eso 200 años después de que viera la luz, un hombre que la odiaba.
Cada 19 de enero, un personaje desconocido deja en su tumba tres rosas y una botella medio vacía de coñac. Quizás sea uno de sus personajes que vaga por los cementerios en busca de su creador, puede que alguien quiera tomarse la última con este hombre extraño.
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