Año 2005. Agosto. Un mar de llanto recorre mi cara todos los días mientras veo crecer una urbanización frente a la casa de Chiclana en la que me refugio de una dolorosa ruptura sentimental. A cada ladrillo que veo colocar le pongo el nombre de una lágrima. Y son tantas, que las casas crecen y crecen.
Una noche consiento en salir a la calle acompañado de mi idolatrado tío Rafa a las fiestas del pueblo "te conviene salir un poco", me dice. La Feria está llena de personas, demasiadas para mi.Pero entonces nos encontramos con las vecinas, unas inglesas graciosísimas y a sus amigas y amigos.Nos saludan con efusividad, con demasiada. Nos dicen que se van a su casa y que les acompañemos, que van a hacer una fiesta. Mi tío me mira y accedo. Quizás mi suerte haya cambiado al fin. A lo mejor lo pasamos bien.
Llegamos a la casa y la prometedora fiesta consiste en que unos cuantos se van cada uno a su cama, otros se quedan en el coche y a mi tío y a mi nos acompaña una pareja de desconocidos que nos ofrecen una cerveza y unas Lays... Sabor a queso. Los dos guiris no saben ni donde está Chiclana (creo que pensaban que estaban en Canarias), la cerveza está caliente y las Lays con sabor a queso me dan mucha pena. "Nos han dado unas Lays". Le digo a mi tío, tan susceptible como yo a esas situaciones tan patéticas.
Nos marchamos de la casa. Yo me llevo las Lays.
A llegar a casa (es la de al lado, pegada, vaya), me quedo en el jardín con mis patatas sabor a queso. Y muy pequeño, en una esquina, veo una cara familiar, sonriente, que me saca del pesimismo. Se trata del logo de Matutano, esa cara con mofletes sonrosados que me acompañó de pequeño, cuando las patatas eran patatas y ya está. No sabía ni a barbacoa, ni a queso, ni a pimienta ni a nada. Cuando sabían a patata. El logo me dice que resiste, ahí, en una esquina, chiquitito, esperando su oportunidad porque el valor de lo auténtico nunca muere. Yo me acuesto más tranquilo. "Me han dado unas Lays. Pero en el fondo allí había algo de Matutano".
Hoy, PepsiCo., la dueña de la marca, ha decidido recuperarla. En diferentes productos como Fritos, Bocabits, o Cheetos la sonriente cara del niño con mofletes vuelve a mandar sobre esa infamia de Lays. Matutano vuelve con un aspecto más moderno pero conservando su imagen original para recordarnos el viejo sabor de lo auténtico. Es una gran noticia y un acierto de marketing que tendrá su recompensa.
2 comentarios:
¡Qué bueno!. En agosto de 2005, también pasé unos días por esa zona. También lloraba, también fué un fin de semana surrealista, dormí con mis amigas en una furgoneta, por la noche de copitas con unos amigos de unos amigos que no conocía y eran muy raros... Eso sí, me reí un montón y seguro que me comí uno o más paquetes de patatas que no sabían a patatas con una enorme sonrisa, como la del niño mofletudo de "Matutano".
¡Está bien eso de que se rescaten cosas tan simbólicas!
Aurora.
el primer pàrrafo es una maravilla, me gusta mucho para el comienzo de una historia, un beso GRANDE, Vero.
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