El año electoral comienza movidito en Asturias. La renuncia de Alvarez Cascos a la militancia del PP al no ser nombrado candidato a la presidencia del Principado casi desbanca la apertura de los telediarios a las borracheras generales, los primeros bebés del año y las anunciadas subidas de precios de todos los años.
Para aquellos que no sepan la historia la cuento brevemente:
Resulta que Cascos se levanta un día y dice que quiere volver a la política activa y decide que estaría bien ser presidente de una comunidad autónoma. Y se decide por Asturias porque es de ahí, aunque viva en Madrid y no se pase por el Principado a menos que lo inviten a una charleta.
Los dirigentes del PP asturiano, que no lo pueden ni ver, montan en cólera y designan candidata a una mujer muy cercana al líder actual del partido en Asturias. Pero ese nombramiento tenía que ser ratificado por la dirección nacional... Y ahí si que tenía mano Cascos... O eso creía él, porque finalmente Rajoy ha preferido no cabrear a su partido en Asturias (que son luego los que tienen que ayudarle a él a ganar las elecciones) que ayudar a su otrora, amigo en los antiguos maitines de Aznar, y a ratificado a Espinosa (la candidata del PP asturiano).
Cascos se ha cabreado. Y de verdad. No se esperaba esa puñalada y ha anunciado que se marcha. La verdad es que ya lo había avisado hace un tiempo, e incluso ya apuntó que si esto pasaba no descartaba formar un partido para poder presentarse por su cuenta. No lo desechen...
Con este lío el PP y sus votantes en Asturias se quedan sin saber qué hacer. Y será peor cuando Cascos monte su candidatura. No es la mejor manera de comenzar un año electoral ni da buena imagen un partido cuyos miembros fundadores se van cuando no se salen con la suya. No suena muy democrático. Uno se pregunta si el que se va o los que se quedan están capacitados para gobernar Asturias en un momento tan complicado como el que vivimos.
Para aquellos que no sepan la historia la cuento brevemente:
Resulta que Cascos se levanta un día y dice que quiere volver a la política activa y decide que estaría bien ser presidente de una comunidad autónoma. Y se decide por Asturias porque es de ahí, aunque viva en Madrid y no se pase por el Principado a menos que lo inviten a una charleta.
Los dirigentes del PP asturiano, que no lo pueden ni ver, montan en cólera y designan candidata a una mujer muy cercana al líder actual del partido en Asturias. Pero ese nombramiento tenía que ser ratificado por la dirección nacional... Y ahí si que tenía mano Cascos... O eso creía él, porque finalmente Rajoy ha preferido no cabrear a su partido en Asturias (que son luego los que tienen que ayudarle a él a ganar las elecciones) que ayudar a su otrora, amigo en los antiguos maitines de Aznar, y a ratificado a Espinosa (la candidata del PP asturiano).
Cascos se ha cabreado. Y de verdad. No se esperaba esa puñalada y ha anunciado que se marcha. La verdad es que ya lo había avisado hace un tiempo, e incluso ya apuntó que si esto pasaba no descartaba formar un partido para poder presentarse por su cuenta. No lo desechen...
Con este lío el PP y sus votantes en Asturias se quedan sin saber qué hacer. Y será peor cuando Cascos monte su candidatura. No es la mejor manera de comenzar un año electoral ni da buena imagen un partido cuyos miembros fundadores se van cuando no se salen con la suya. No suena muy democrático. Uno se pregunta si el que se va o los que se quedan están capacitados para gobernar Asturias en un momento tan complicado como el que vivimos.
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