No sé como se llama el padre de la criatura, el marido de la víctima, pero su pesadilla es más grande que todas las epopeyas que puedan aparecer en los libros o en las pantallas de cine. Salvad al padre de Rayan, salvadle antes de que sea más tarde.
Ayer un bebé fallecía en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid tras un lamentable error humano a la hora de alimentar al recién nacido de nombre Rayán (que no Ryan, ese soldado al que Tom Hanks debía salvar a toda costa en plena Segunda Guerra Mundial al haber fallecido sus otros tres hermanos en combate). La terrible muerte del bebé se suma al hecho de haber nacido por cesárea muy poco antes de que su madre muriera también, en este caso por gripe A, la primera víctima en España.
Echarle la culpa a los médicos y al personal sanitario del centro es una vía fácil y oportunista para salir del paso de la desgracia, pero apuntar al desastre de la sanidad madrileña pública en general también, por muy cierto que sea ese desastre. La falta de inversiones, el nulo interés mostrado durante años por el equipo de Esperanza Aguirre, empeñada en un modelo sanitario a la americana, no es la razón de esta muerte, aunque si es buen momento para alzar la voz y denunciarlo.
Si el niño se llamaba como ese soldado Ryan al que había que salvar a toda costa, la madre del pequeño que murió ayer se llamaba Dalilah, como la de Sansón, ese todopoderoso ser al que traicionó su amada. Dalilah fue la primera víctima de gripe A en España y también falleció en el mismo hospital que su hijo en circunstancias extrañas, según han apuntado varias fuentes. Ahora ese padre y esposo tendrá que convertirse en un Sansón de carne y hueso para superar tanta tragedia, si lo consigue para mi será más poderoso que todos los héroes bíblicos, más que los protagonistas de superproducciones. Pero para lograrlo va a necesitar mucha ayuda y nosotros no deberíamos escatimarlas. Salvad al padre de Rayan, al marido de Dalilah.
Foto: J.C. Hidalgo El País
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