- Europa existe. Hacer escala en Amsterdam es como hacer escala en Madrid, Barcelona o Jaén. No hay nada que me indique que estoy en otro sitio al mío. Las tiendas tienen los mismos productos, pago en Euros, los destinos son los mismos y los aviones son de compañías conocidas. Sólo una diferencia: me veo más moreno en relación a los demás.
- Los vuelos a EE.UU. deben pasar un control de seguridad extra.
- Antes de entrar en ese control un tío me pregunta si me han dado una bomba para meter en la maleta. Le digo que no. El tío se lo cree y me deja pasar.
- Al entrar en el avión recuerdo porqué mi licencia de piloto de vuelo no me deja llevar aquel armatoste enorme. Es tan grande como cuatro de los que me traen y llevan a Asturias (cuando hago vuelos directos). Dos asientos en la fila derecha, cuatro en medio, dos asientos en la fila izquierda. Sesenta filas más o menos. 240 pasajeros.
- Me toca en medio del avión en las filas de en medio. A mi izquierda una madre con su hija de 2 años. A mi izquierda otra madre con su hija de 6 meses. Hay otro baby boom en el mundo y a mi me ha pillado en el centro.
- Las niñas son buenísimas. La más pequeña es mejor, llora menos y sonríe más. De todas maneras, sus llantos no me molestan y no sé porqué. ¿Será el instinto paternal? El caso es que les debo haber gustado porque me miran y se ríen.
- Las madres aprovechan la situación para encasquetarme a sus crías cuando quieren ir al baño. Le hablo en español y las niñas me miran alucinadas.
- Los aviones han mejorado, pero la comida sigue siendo un asco. El pollo que me como lo debieron matar en el 86. Está crionizado y sabe a pastel de manzana.
- Cada asiento tiene una tele y un mando a distancia con un ofertón de películas. Me pongo “El Luchador”, luego un capítulo de “House” y termino viendo “Otra vez 17”.
- Me duermo.
- La azafata me despierta y me dice que si soy un “alien” en EE.UU. tengo que rellenar el papelito verde. Le enseño uno que rellené por Internet y me dice que ése no vale. Me da uno (exactamente igual que el que ya tengo) y me dice que conteste.
- Respondo “no” a las preguntas de si he tenido algo que ver con el genocidio judío, a si soy nazi, a si pretendo atentar a América, si he sido condenado en EE-UU., o si pretendo quedarme ilegalmente allí. Muy amablemente el papel me dice que si he respondido a alguna de esas preguntas afirmativamente tenga la bondad de decirlo a la tripulación.
- Llegamos.
- Las niñas se despiden. “Say goodbye” le dicen las madres al tiempo que las dos sacuden sus manitas (ese tema es internacional). Les saco la lengua (una vez más).
- Llego al control. Un italoamericano me pregunta de muy buenas manera a qué vengo a Michigan, cuando le digo que a un entierro lo dejo hecho papilla. Me dice que lo siente y me deja pasar… No sin antes plantar mis huellas dactilares en una máquina y sin que me hagan una foto. ¡¡El secretario de defensa, el FBI, la CIA y todos los departamentos de inteligencia de seguridad tienen todos mis datos!! (¿A que suena a peli de palomitas?)
- Al salir me están esperando. Huele a USA, huele, en cierta manera, a un poco mi casa.