jueves, 27 de agosto de 2009

La gripe A y los medios

En este país tenemos la maldita manía de comportarnos con la actualidad informativa como con la moda. De pronto, un asunto se pone de moda y ya no hay quien lo saque de los telediarios durante un tiempo hasta que, de pronto, otro tema le sucede y no volvemos a saber nada del anterior, como si hubiera desaparecido para siempre. Todavía recuerdo un verano en el que todos los días un perro había mordido a un niño. ¿Qué pasa, que ahora los perros ya no muerden? Esta desvirtuación de lo que es o no noticia provoca en la opinión pública cierto descrédito hacia lo que lee, escucha o ve en los medios de comunicación y por lo tanto, asuntos que son de verdadero interés, corren el peligro de parecer modas pasajeras.
Afortunadamente, hay tres asuntos que siempre son noticia y que entre todos, hemos conseguido que nos sigan alarmando cada vez que suceden, los terroristas, los accidentes de tráfico y los de violencia machista, lo que demuestra madurez por parte de la sociedad a la que todos servimos de alguna manera.
Pero en estos días, estamos viviendo una situación que puede volverse en nuestra contra si no actuamos correctamente todos. La pandemia que sufre el planeta en torno a la gripe A y las informaciones que sacamos en los medios pueden hacer que este asunto se nos escape de las manos y hay que ser serios. Lo primero es dejar que las autoridades sanitarias nos digan qué hay que hacer; lo segundo es no dar pábulo a las informaciones interesadas o de personas poco o nada informadas, que sueltan dardos sin tener ni idea de lo que dicen. Esos no pueden tener eco en los medios. Y desde luego no podemos alertar a la población arrastrándola a la histeria colectiva sin que nadie se pare a relativizar las cosas. Los medios también somos responsables de lo que pasa.
Con tanta desmesura todos corremos el peligro de estar demasiado alerta o de que nos pase como el pastor en el cuento del lobo. Los medios tenemos el deber y la obligación de informar a la población de lo que ocurre, pero en su justa medida, sea la que sea, para crear una opinión pública responsable y acorde con la realidad que nos rodea.