Las palabras del alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, diciendo que sería bueno que el congreso provincial del PSOE diera paso a nuevos liderazgos abre claramente el proceso congresual que culminará el próximo mes de julio, cuando se elija a la ejecutiva que deberá regir los destinos socialistas sevillanos los próximos cuatro años.
Monteseirín ha dicho que él se quita del cartel y que Viera, el actual secretario general provincial, debería hacer lo mismo; Viera no ha dicho si se pondrá en el cartel o no... y ante la posibilidad de que haya dos carteles, Chaves ha dicho que mejor que haya solo uno.
El presidente de la Junta ha declarado que prefiere una sola lista de consenso y en esta ocasión no puedo estar de acuerdo con Chaves. Su intención es buena y comprensible... pero dada las circunstancias, inviable y hasta desaconsejable.
En el pasado congreso hubo una unión ficticia para desbancar del poder a la corriente de Pepe Caballos, una unión que ganó in extremis merced a pactos de personas de muy diferente procedencia que nada tenían en común más allá de esa misión suprema: Que no gane Pepe. Ganó una lista para destruir, no para construir. Y por eso el experimento no ha funcionado bien, con una ejecutiva llena de rencores y muy complicada de gobernar.
En esta ocasión hay dos bandos muy claros y los dos tienen fuerzas definidas. Las dos corrientes tienen gente capaz y con ganas de construir un partido mejor, capaces de formar un equipo que haga eso realidad. Es momento por tanto de que ambas listas se sometan a votación y que gane quien gane sea un equipo cohesionado y armónico. Todos a una. Juntarlos y fundirlos en uno quedaría muy bien en la votación del congreso (victoria de la única lista presentada por aplastante mayoría), pero encerraría una crisis difícil de soportar. Mejor que mande uno o una , sea quien sea... bueno, que sea quienes quieran los militantes que sea.
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