Vaya mes que le queda a Mariano Rajoy hasta el congreso de junio. A este paso, como alguien no detenga esta sangría, va a habar tantas puñaladas que va a ser imposible cicatrizar todas las heridas abiertas. En ese caso, el congreso se cerrará en falso y nada bueno saldrá del mismo.
La renuncia de María San Gil es una muy mala noticia para el PP, que se queda sin un claro referente moral, una mujer que, sobretodo fuera del País Vasco, es vista pr la ciudadanía como alguien de fiar. En su tierra, eso si, es cada vez más contestada y sus resultados en las sucesivas elecciones han sido cada vez peores.
San Gil enarbolaba la clásica bandera del PP de "perder Euskadi, ganar España". Esa macabra teoría que decía que un discurso anti nacionalista a ultranza hacía imposible la victoria en el País Vasco, pero daba infinidad de votos en el resto de España. Esa táctica, que funcionó con Aznar en 2000, hace tiempo que dejó de hacerlo y ahora parece claro que en Génova se han dado cuenta de que España no se gana sin contar con las personas que, además de sentirse españoles, también se sienten de sus regiones. Eso ha dejado a San Gil fuera de juego. Bueno, eso y que dentro de poco habrá elecciones en Euskadi y habrá que ver quien es el/la candidato/a de su partido en unos comicios en los que el PSOE puede hacer historia y el PP sufrir mucho.
Rajo se queda ahora con una papeleta complicada (una más). Más zapatazos sonarían a zapataeados flamencos más que a golpes de mando (por el número y la cadencia de los mismos), y dejarlo pasar es imposible. Lo mejor es que el mes de mayo pase cuanto antes y que llegue ya ese congreso. Cada día que pasa todo se le complica más. Y eso no le viene bien a casi nadie. Ni al PP, ni al PSOE (ya he explicado por qué) ni por supuesto a los españoles, que necesitamos un PP ordenado y no este follín a que nos estamos acostumbrando.
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