Esta mañana he escuchado una reseña sobre Misrata Calling, un libro en el que Roberto Arce cuenta su experiencia sobre lo que pudo ver y sentir durante los días que pasó en Misrata (Libia) en los días de la rebelión que acabó con Gadafi. El libro es también una reflexión sobre el periodismo y la necesidad de implicarse (o no) en las causas que se cubren y la necesidad de trabajar con tiempo para poder hacer un buen trabajo. La reseña comienza diciendo: "Todas las historias tienen un principio, pero hoy comenzaremos por el final. La última frase de este libro dice: No hay nada peor para la profesión que un periodista con prisas".
Lo malo es que muchas veces lo perfecto es enemigo de lo posible, y de nada sirve un trabajo documentado si no está hecho a tiempo. Las cosas bien hechas son las que están a tiempo.
De todas maneras, me intriga seber más de la experiencia de Arce en Libia. Seguí el conflicto con mucho interés y aún hoy me estremece ver las imágenes de la muerte del dictador Gadafi con quien se hizo fotos media Europa. Tras aquello hoy Libia ha desaparecido de los telediarios y nadie sabe qué rumbo va a tomar ese país ahora.
2 comentarios:
Básicamente lo de las prisas tiene su sentido si piensas que el tio que comandaba la unidad que lincho a Gadafi fue el fixer o ayudante de Alberto en Misrata, al parecer no era un hombre de armas. Si Alberto hubiese seguido con ellos habria podido captar toda la historia del transito de Omar de ayudante de periodistas a tener a Gadafi agarrado por el pelo antes de morir .
Si. Le he escuchado contar esa historia en alguna entrevista y se te ponen los pelos de punta. Es una barbaridad pensar en el tipo de evolución que tuvo que seguir ese hombre para pasar de ayudante de periodista a participar en los últimos momentos de Gadafi.
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