Detalles de la primera noche de calor sevillano:
- Las parejas que salen de comprar un helado en Rayas se besan tras la primera cucharada. Se miran felices y lo vuelven a probar. Esto pasa irremisiblemente con TODAS las parejas.
- La habilidad de los chicos de LIPASAM con la manguera. Un camión cisterna, un operario manguera en mano refresca la ciudad ajada de calor. Yo, un transeunte más, voy camino de cruzarme con el chorro a presión. No aminoro. El operario no cambia la dirección del agua. Sigo mi camino aparentando tranquilidad aunque en realidad temo acabar empapado. Un segundo antes de que eso ocurra el operario baja la manguera y paso sin problemas...
- Guiris sonámbulos pueblan las calles del centro, con la cabeza aún recalentada de la tarde de furia térmica vivida. Ahora comienzan a entender que la siesta no es un capricho sino una necesidad de resguardarse de la temperatura.
- La calle se ha llenado de chancletas o chanclas, con sus sonidos insoportables. La moda sigue haciendo estragos en ese tipo de calzado. Nunca la moda pudo ser más horrorosa en tan poco espacio, exceptuando el triquini, claro.
- La señora que vende chucherías en la Encarnación va de vuelta a su casa cargada con el género sobrante y su carrito de un Mercadona. Alguna vez he visto a esta anciana al final de la calle Arroyo con sus trastos a cuestas así que cuando llueve mucho o cuando hace un calor espantoso me acuerdo de ella y pienso en su tenacidad y sacrificio. a su edad es capaz de hacer ese trabajo todos los días. Llueva a mares, haga calor, viento, frío... Algo debemos estar haciendo mal para permitirlo.
- Las parejas que salen de comprar un helado en Rayas se besan tras la primera cucharada. Se miran felices y lo vuelven a probar. Esto pasa irremisiblemente con TODAS las parejas.
- La habilidad de los chicos de LIPASAM con la manguera. Un camión cisterna, un operario manguera en mano refresca la ciudad ajada de calor. Yo, un transeunte más, voy camino de cruzarme con el chorro a presión. No aminoro. El operario no cambia la dirección del agua. Sigo mi camino aparentando tranquilidad aunque en realidad temo acabar empapado. Un segundo antes de que eso ocurra el operario baja la manguera y paso sin problemas...
- Guiris sonámbulos pueblan las calles del centro, con la cabeza aún recalentada de la tarde de furia térmica vivida. Ahora comienzan a entender que la siesta no es un capricho sino una necesidad de resguardarse de la temperatura.
- La calle se ha llenado de chancletas o chanclas, con sus sonidos insoportables. La moda sigue haciendo estragos en ese tipo de calzado. Nunca la moda pudo ser más horrorosa en tan poco espacio, exceptuando el triquini, claro.
- La señora que vende chucherías en la Encarnación va de vuelta a su casa cargada con el género sobrante y su carrito de un Mercadona. Alguna vez he visto a esta anciana al final de la calle Arroyo con sus trastos a cuestas así que cuando llueve mucho o cuando hace un calor espantoso me acuerdo de ella y pienso en su tenacidad y sacrificio. a su edad es capaz de hacer ese trabajo todos los días. Llueva a mares, haga calor, viento, frío... Algo debemos estar haciendo mal para permitirlo.
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