lunes, 8 de febrero de 2010

Los Saints devuelven el orgullo a Nueva Orleans. El triunfo de los perdedores


Los norteamericanos aseguran que la final de fútbol americano, la conocida como la Superbowl es el acontecimiento deportivo más visto en el mundo por televisión. Esa afirmación que en Europa nos parece bastante difícil de sostener, se basa, creo, en los potenciales telespectadores. Sinceramente tampoco me salen las cifras. Una final del Campeonato del Mundo de Fútbol me parece que tiene más tirón. Será que como para ellos no es interesante...

El caso es que este evento deportivo que si que es desde luego de los más importantes se celebró ayer saldándose con la victoria de los Saints de Nueva Orleans por primera vez en su historia.

Este hecho, que en España ha pasado bastante desapercibido tiene su miga en otros lares. Hay que recordar que Nueva Orleans sufrió hace unos años las terribles inundaciones y destrozos provocados por el huracán Katrina, y esa fatalidad sumió a la ciudad en un profundo caos, destrucción y despoblación. La victoria de su equipo de fútbol ha devuelto el orgullo a una ciudad y una ciudadanía que necesitaba algo a la lo que agarrarse desde entonces.

Los Saints siempre habían sido un equipo de medio pelo pero gracias a esta victoria se colocan en el mapa deportivo de un país que vende sus ciudades a través de sus conjuntos de baloncesto o fútbol americano. (Los Angeles Lakers, Chicago Bulls, Sacramento Kings...).

La final de la Superbowl es, además, un acontecimiento que en EE.UU. va mucho más allá de un partido de fútbol. Las familias y los amigos se reúnen a pasar el domingo haciendo una enorme barbacoa, bebiendo cerveza y emulando a sus ídolos en el jardín de las típicas casas de los suburbios de las grandes y medianas ciudades. Por eso, que lo gane el equipo de Nueva Orleans es tan importante, porque es la manera que tiene esa ciudad tan antigua, diferente y magistral, de sentirse parte de un país otra vez. Como si la normalidad pudiera conseguirse yarda a yarda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con esa épica del deporte, y menos en los States. Los jugadores que ganaron la Super bowl no son los negros desarrapados que no tenían donde esconderse del Katrina. La gente que se reúne a ver el partido en torno a la barbacoa entran en el juego de los mecanismos de distracción de un gobierno con gravísimos problemas estructurales, probablemente los mayores desde que se organizaron como país. Y lo que es peor, los verdaderos perdedores de Nueva Orleans no pueden celebrar ya nada.