martes, 9 de febrero de 2010

La vida íntima de Franco


Todas las personas tienen vida privada. Todos los personajes, por muy oscuros que parezcan, por muy amables que se muestren a la sociedad, tienen una vida detrás de su imagen pública. Todos nos secamos con una toalla cuando nos duchamos, o nos pica el trasero, o nos gusta que nos rasquen detrás de la oreja o...

Franco también.

Pasados más de treinta años de su muerte, hay muchas cosas que no sabemos del dictador que dirigió con mano de hierro los designios de España durante cuarenta años. Conocíamos muchas cosas de su actividad pública (bien que se encargaba de que lo conociéramos) pero de puertas para adentro, su vida siempre ha estado sumida en un halo de misterio. Ahora, el monaguillo de El Pardo, el palacio que usó como casa Franco, ha escrito un libro La vida privada de Franco: confesiones del monaguillo del Palacio del Pardo (Almuzara) en el que desvela sus intimidades de manera amplia y curiosa.

Juan Cobos Arévalo fue el monaguillo de la casa de Franco, un hombre de misa diaria, y ujier del dictador. Y en su libro nos da unas pinceladas de la personalidad del jefe del Estado y de su relación con su familia de una manera amena y educada de tal guisa que uno no sabe muy bien hasta el final si el autor admira o no a su "patrón".

El libro no aportará nada en cuanto a lo que se deliberaba en el Palacio de El Pardo, pero ése no es su cometido. Es, sin embargo, un buen documento para saber que Carmen Polo, "La Señora" (ahora ése apelativo se lo ha quedado una resuelta serie de TVE que nada tiene que ver con la mujer de Franco) mandaba más que cualquiera de los ministros y que tenía toda la influencia posible sobre su marido en los temas más livianos, pero también en los que la política nacional estaba en juego.

En esas páginas reconoceremos al Rey, aún Príncipe, luchando por hacerse un sitio en terreno hostil, y ya advertimos cual va a ser su política cuando llegue a reinar... Como así fue... Aunque si los planes de la corte franquista hubieran salido adelante, quizás hoy España no estaría donde está ni yo estaría escribiendo este blog con la absoluta tranquilidad con la que lo hago.

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