Game Over

Picasso decía que no había que esperar a que te llegara la inspiración, que te tenía que pillar trabajando y con esa premisa me siento una y otra vez frente a las teclas de mi ordenador con la esperanza de tener algo que contar, no ya aquí, en este blog, sino en estructuras mayores, en palabras que, una detrás de otra, deberían conformar una novela. Pero el proceso creativo es cruel y reconozco que cuando me asaltan los miedos el folio en blanco se hace insoportable.

Miedo a no tener nada más que contar; miedo a no contarlo con destreza; miedo a todo; miedo a mi mismo.

Reconozco que estoy atascado, pero eso no es el mayor de los dramas, lo peor es que no sé porqué y sin diagnóstico no hay terapia. Y así, todo me viene mal. Incluso que La Diosa del Tiempo se equivoque con sus predicciones, aunque ello signifique que, como hoy, anunció lluvias y ha lucido un sol espléndido todo el día. Espero que se disculpe... Una cruz de Mayo que sería la mayor cofradía de cualquier ciudad menos de la mía irrumpe en mi callejón y las cornetas que la acompañan suenan calle abajo durante más de media hora. La nevera necesita que la traten mejor. Me descompongo ante la idea de tener que ir a IKEA y comprar una mesa para el ordenador. Se me pone cara de fado. Todo me viene mal.

Hay quien dice que el proceso creativo es doloroso, que es como un parto, que desasosiega, que descompone el cuerpo y el alma... Entonces, ¿para qué? Todo viene mal. Todo mal. Mal. Not. Game Over