La foto es de los primeros día de la Expo 92. Puede que fuera el primero. En ella estamos casi todos los que trabajábamos en Editmedia TV en ese momento, Tery, Nacho, Fidel, Rafa, María y Nuria. Faltan Pepe Montero, que era el jefe, Deron Triff, y mi hermano Gonzalo que andaría con algún corresponsal. Y ésta es mi batallita de la Expo.
Para mi la Exposición Universal de Sevilla fue mi verdadero bautismo profesional. Allí fue donde comencé a trabajar como periodista. Tuve la suerte de tener al lado a estos profesionales tan maravillosos que me enseñaron tantas cosas en un entorno alucinante como era la Isla de la Cartuja, y desde Editmedia dimos cobertura a los corresponsales de decenas de países que venían a cubrir el acontecimiento. Gracias a todos estos factores pude trabajar con periodistas de Portugal, Irlanda, EEUU, Francia, Italia, Reino, Unido, Dinamarca, Arabia Saudí...
De todos ellos sin duda el mejor era Vasco Lourinho, el corresponsal de la TRP portuguesa. El último mohicano del periodismo luso. Misójino y mujeriego, pendenciero, soez y sin embargo brillantísimo, certereo y el más leal. Algún día contaré alguna de sus frases magistrales porque realmente creo que deberían ser patromonio de la Humanidad.
O el fino danes Dan Larsen, que había estudiado en la Columbia University de Nueva York y conservaba esa distinción y elegancia de sus alumnos, aunque me enseñó que el humor escandinavo existe, muy a su manera... Pero existe.
Mis virtudes para acceder a este trabajo eran horas libres, ganas de aprender y saber inglés. Con ello tenía que intentar ayudarle a contar al mundo lo que estaba pasando ese año en Sevilla y normalmente era un trabajo a contrarreloj.
Los corresponsales venían coincidiendo con la celebración del día de su país en la Expo 92, y los que lo cubríamos siempre ya nos conociamos el programa.
Todo comenzaba bien temprano, recogiendo el material de la oficina y quedando con el corresponsal que trataba de explicarnos lo que ya sabíamos.
Los primero era ir a grabar la llegada del mandatario del país a la zona del helipuerto. Allí el presidente o el Rey del país era recibido por Cassinello y un representante español, se escuchaba el imno, izado de bandera y al Palenque. En ese recinto el mandatario daba su discursito, Cassinello el suyo y grabábamos una actuación de algún grupo venido del país que tocaba ese día.
De allí íbamos al pabellón del país. Allí grabábamos la visita del mandatario, entrevista al comisario del pabellón, a algunos trabajadores y encuesta a los visitantes para saber qué es lo que más gustaba de las exposiciones que ofrecían.
Ya fuera del pabellón se grababan planos de recurso de la Expo, el ambiente (planos de calle, la bola climática, el monorrail, el cohete... En fin lo de todos los días) y zumbando a la ofi para montar una pieza que entrara en el informativo.
Comida
Por la tarde tocaba grabar Sevilla. Si el corresponsal quería sacar a la ciudad bonita me dejaba que le hiciera un tour que ya tenía preparado. Ya me sabía hasta los puntos de cámara para grabar los mismo planos. Es el mismo tour que hago por la ciudad ahora, cuando lñaguien viene de visita. Incluso les hago detenerse en los mismo puntos para que hagan las mejores fotos. Si el cacho perro del corresponsal quería hacer daño me pedía que le llevara al poblado chabolista de El Vacie, que está muy cerca de La Cartuja (y allí sigue) intentado decir que mientras nos gastábamos el dinero en grandes fastos había bolsas de pobreza justo a 500 metros. Más de una vez he tenido que salir por patas de allí por culpa de un listo que quería grabar en El Vacie sin pedirle permiso a sus habitantes. de todo se aprende.
Después del tour sevillano todavía había que volver a la Expo para hacer más piezas y grabar el espectáculo del lago y el ambiente nocturno así que cuando llegábamos a la oficina siempre eran más de las 10. Y a mi todavía me quedaban ganas de irme a buscar a mis amigos, que acababan de llegar y salir a dar una vuelta. De locos.
Fueron seis meses de intenso y duro trabajo contándo la Historia al mundo, viendola pasar. Creo que me ganaba mis 8.000 pesetas que ganaba al día. Pero es que además apredí muchísimo de mis compañeros, de los corresponsales y de lo que tenía que hacer allí. Pero además me lo pasaba mega bien.
Han pasado 20 años y sé que no fue un sueño porque de aquello quedan muchas cosas. Una ciudad cambiada para siempre y una experiencia inolvidable. La Expo me ayuda a saber muy bien desde cuando llevo en el mundo de la comunicación, desde un poco antes de que comenzara el evento. 20 años. Ya me vale.
ps: Tengo mil batallitas mucho más concretas. Un día, si eso, a lo mejor cuento las mejores. Dan para un libro. Lo mismo hablo con Rosa y Esperanza...
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