jueves, 11 de diciembre de 2008

Venta a bordo


Uno de los momentos más duros y embarazosos de un viaje en avión o en ave es cuando se anuncia la venta a bordo. Los azafatos y azafatas pasan por el estrecho pasillo que separa los asientos provistos de un carrito más estrecho todavía en el que deben llevar todos los productos que se anuncian en la revista de la compañía que opera el vuelo o el tren. Es en ese momento cuando hay que hacerse el dormido, mirar a la ventana o clavar tus ojos en el libro que llevas entre las manos mientras se piensa "quien leches se va a comprar aquí un reloj?".
Las auxiliares de vuelo pasan diciendo "¿venta a bordo?, ¿venta a bordo?" Y nadie les contesta. Durísimo... Hasta esta semana.
Una chica y un chico pasaban con el carrito ambulante, convencidos de que hoy tampoco venderían nada cuando unas filas más alante un señor los para, saca la revista y señala... ¡Un reloj!
Me iba a dar algo. No era real. Pero el hombre no se conformó con eso, revista en mano comienza a pasar páginas hasta que llega a la sección de juguetes y pide... ¡Un peluche!. La azafata estaba alucinada. Se agachó y del fondo del carrito sacó un muñeco que parecía más pequeño que en la foto. Por último,para mi asombro, el señor pidió unos chocolates suizos.
Ante lo insólito del hecho otros viajeros comenzaron a ojear la revista y movidos por la fiebre consumista de las fechas la blanden a gritos reclamando la atención de la azafata y el azafato que miran atónitos. "Yo también quiero chocolate, yo también quiero", grita una señora. "¡Y yo, y yo! Dice otra. Air Berlín se está poniendo las botas. Si esto triunfa al final va a pasar lo mismo que en los cines, que sacan más con las palomitas.
La mitad del avión se ha quedado sin chocolate suizo y protesta; una señora intenta calmar a su hijo porque al carrito no le quedan más peluches y  la chica que tengo en el asiento de al lado me pregunta feliz mientras abre su recién adquirido perfume "¿Y tú no quieres nada?" Miro absorto la revista, casi pidiendo perdón por no encontrar nada apetecible y respondo que no. Me mira mal y me hace sentir un bicho raro. No entiendo nada. Que no, que no entiendo nada. Pero nada de nada, ¿eh?

3 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

A ver si el señor ese era un gancho, y todos cayeron en la trampa... jejeje Es que en marketing de ventas nunca se sabe :)

Verònica dijo...

jajaja.. puede tener razòn Alfonso eh!! ahi estaba el ancla para todos los demas pasajeros consumistas!!! la verdad que me diverti mucho leyendo este post, pero lo cierto tambien es que me rio por no llorar.. en que mundo vivimos eh!! luego de reir da para seguir reflexionando contigo.. un beso GRANDE, Vero.

Sergio Crespo dijo...

Nunca se sabe, nuna se sabe. Es para estar atentos. Yo de verdad es que ya no me fio de nada. Por cierto, ¿nos os parece horrible "venta a bordo"? Suena fatal. Casi como "chancleta" o "boutique".