Escucho los cantos de los niños y niñas del colegio ese de Madrid mientras voy al hospital. Tengo cita doble. Número tras número, van saliendo premios al horrible gritito de "no sé qué no sé cuantos mil, no sé cuántos.... Miiil Euros". Y me da por pensar en que este país cambia mucho por un lado y por otro seguimos igual.
La loteria de Navidad es un anacronismo que me suena a tardo franquismo. Si, ya sé que tiene mucho más tiempo, ya. Ya sé que no tiene nada que ver con el régimen pero es que todo tiene una pinta super casposa que me recuerda de años de hambre y miseria; de gente esperando de veras un pellizco que alivie su maltrecha economía familiar. Bueno, también me recuerda a años 70, a don cirilo y doña croqueta; a Torrebruno, a Matías Prats... (y paro).
Las cosas siguen igual y han cambiado. Todo a la vez. Las bolas hacen el mismo ruidito, pero los niños no son todos morenitos "tipical Spanish", sino que se impone la diversidad racial y hay niñas... Eso está bien. Y para ser más moderna, la lotería ha buscado la canción principal en Youtube. Es de un chico neoyorquino que, guitarra en mano, aparece en internet cantando Freeze My Senses. Una agencia de publicidad la oyó y se la compró por 20.000 dólares, pero creo que no sabía muy bien para qué era y el chaval debe andar flipado con la repercusión de su canción en España
Y que conste con no estoy en contra y que me parece muy bien que la gente (yo mismo, vaya) se juegue su dinero como le venga en gana, estaría bueno. Pero personalmente siempre he creído en otro tipo de suerte. Y hablando de suerte, la mía ha querido que el día en que todo el mundo piensa en dinero yo esté pendiente de mi salud. Ni qué decir que mi premio gordo nada tiene que ver con los números de esos niños de uniforme. Mi décimo tiene forma de volante y este año parece que me toca un buen pellizco de buenas noticias.
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