La miró avergonzado, creía que lo que le iba a contar ya lo sabía. Quizás aquella conversación no tuviera sentido, al fin y al cabo ella había estado presente. Ana no miró extrañada cuando Lucas le dijo que tenía algo que contarle...
- Esta noche he soñado contigo. Dijo Lucas al fin.
- ¿ Y qué soñaste? Preguntó Ana sorprendida.
- No era nada porno. Se apresuró a decir Lucas apurado y nervioso. El chico estaba de veras extrañado por la pregunta. Le parecía raro que ella no lo supiera habiendo sido tan real. Ana rió abiertamente ante la ocurrencia. En realidad no había pensado en ello como la primera opción aunque bien pensado quizás fuera así y aquel tipo raro hubiera tenido un sueño erótico con ella.
- Menos mal. Dijo al fin Ana intentando quitar importancia a aquella posibilidad.
- ¡Oye!.- Protestó Lucas.- Que yo estoy de muy buen ver... ¡Sobre todo en sueños!
- ¡Qué intriga! Dijo Ana nerviosa. Realmente algo se había encendido en su interior.
Lucas miró a ambos lados. Parecía estar buscando intimidad. Como si no quisiera que nadie e enterara de lo que tenía que contarle. Vio que no había nadie alrededor. Su secreto estaría seguro.
- Era un paseo mágico. Dijo al fin despreocupado.
- ¿Un paseo mágico? Repitió alucinada Ana.
- Si.
- ¿Y eso cómo es? Preguntó la chica atónita. Le habían dicho muchas cosas pero nunca una como esa. Lo más increíble era la tranquilidad con la que Lucas le decía aquellas cosas.
- Es un paseo en el que pasan cosas raras y en el que las calles no te llevan donde tu te crees. Explicó Lucas-
- ¿Y has soñado esos paseos más veces? Volvió a preguntar Ana.
- Si. Pero siempre me pierdo. Porque son mágicos. - Dijo Lucas.- En esos paseos, a veces pasan cosas buenas y a veces cosas malas... y muy de vez en cuando otras que no se pueden contar.
- ¡Dios mio! Exclamó Ana.
- No te preocupes. Te lo pasaste muy bien. - Dijo Lucas intentando tranquilizar a Ana.- No te pasó nada malo.
- Me imagino un aseo en el que aparecen duendecillos y cosas de esas. Contó Ana divertida. Casi podía oler las flores de un paseo por unos bosques frondosos e interminables. Pero este paseo no era de esos, y Lucas se lo aclaró-
- íbamos por ciudades que se inventan a si mismas.Y por sus calles andan personajes históricos, familiares fallecidos tiempo atrás, compañeros de trabajo... Y caminas y caminas. Y cambias de ciudad gracias a atajos mágicos que las conectan.
- ¡Seguro que el personaje histórico que vimos era Colón! interrumpió Ana.
- Los paseos mágicos, son paseos con ventajas. - Aseguró Lucas.- El Guadalquivir se junta con el Missisippi en algún punto, y así es posible viajar de Sevilla a Nueva Orleans. Y por las calles de Barcelona se llega a Oviedo. ¿No lo sabías?
- No.
- En el fondo todos somos habitantes de ciudades mágicas. Sólo hay que saber ver las puertas que las conectan.
- Yo pensaba que la casa de mi abuela tenía alguna puerta secreta. Dijo Ana muy bajito.
- Las casas de las abuelas están siempre llenas de pasadizos. Las personas mayores tienen las almas lenas de recovecos y sus casas también. Contestó Lucas.
- ¡Y qué paso al final? Preguntó Ana
- Que llegamos al lugar imaginado.
-¿Y?
- No sé. Me desperté. Pero era bonito. Nada más. Hay cosas que sólo sirven para hacer bonito.
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