lunes, 23 de junio de 2008

Afrenta vengada


Reconozco que mi confianza en el equipo español era igual a 0. La posibilidad de vengar antiguas afrentas se me antojaba imposible y casi llego tarde a casa a propósito con el fin de no tener que ver como una vez más se me quedaba cara de tonto. Pero esta vez no fue así, y como me pasó con el Sevilla FC, al fin pude disfrutar de una victoria con sabor a venganza y sentirme orgulloso.

La selección nacional sólo me ha dado disgustos. La verdad es que nada más que puedo contar dos momentos agradables proporcionados por la selección. El 12 a 1 contra Malta que vi en casa de mi tía Carmen en la calle San Primitivo de Sevilla, una mujer cuyo interés por el fútbol es absolutamente inexistente y que aun a día de hoy sigo sin comprender qué demonios hacía viendo ese partido; y un España- Dinamarca en el Sánchez Pizjuán que vi en directo, con expulsión de Zubizarreta y partidazo de Cañizares. España ganó 1 a 0.

Lo demás todo disgustos. La final del europeo de Francia 84, y el pifiazo de Arconada... Y el famoso partido ante Italia en el Mundial de EEUU.

Era el partido de cuartos y yo estaba en Italia, en Roma,en casa de los familiares de mi amigo Luca junto a otros cuatro españolitos estudiantes de periodismo. Llegamos a esa casa situada a las afueras de la capital romana, y al principio todo fueron palabras amables. La comida excelente, un ambiente familiar y mucha tranquilidad... hasta que comenzó el partido.

De sus romanas boquitas comenzaron a salir todo tipo de improperios, las cocacolas dejaron de aparecer, se acabaron los aperitivos y los cinco españoles nos quedamos setaditos, calladitos, en un sofá viendo el partido como podíamos. Entonces llegó el gol de Dino Baggio. La tía de Luca dio un salto y se colocó frente a nosotros haciendo ostensibles burlas hacia sus "invitados?" y su tío, un señor con poblado mostacho comenzó a gritar palabras ininteligibles pero que, acompañadas por su dedo al alza se hacían absolutamente comprensibles para todo el mundo occidental.

Permanecimos callados, temiéndonos lo peor... hasta que marcó Caminero. Una explosión de alegría nos inundó y nos levantamos del sofá gritando ¡gol, gol! mientras nos abrazábamos. La mirada de la tía era más inquisitorial de la que profería Torquemada y el tío comenzó a tocarse las manos como si las calentara para una pelea. Ante ese panorama procedimos a sentarnos en el sofá como si fuera nuestra embajada.

Luego llegó Salinas y su fallo clamoroso... y entonces marcó Roberto Baggio el 2 a 1. El tío se levantó y se echó mano a la entrepierna al grito de ¡toma, toma!... y la abuela que había permanecido sentada en su butaquita, aparentemente ausente de lo que allí ocurría se levantó por primera vez en la tarde para obsequiarnos con un contundente corte de mangas acompañado de un "va fan culo" cuya traducción omito por evidente. Nosotros... chitón.

A Luís Enrique Tassotti le parte la nariz y a nosotros se nos parte el alma, pegados a nuestro sofá, viendo como perdemos una vez más.

Acabó el partido y todo volvió a la normalidad. La tía volvió a ser una señora agradable que nos invitó a quedarnos allí a dormir, el tío volvió a sacar cervezas para todos y la abuela recuperó su aspecto apacible. (no sé qué habría pasado si hubiésemos ganado). Y hasta ayer.

Cuando Françesc Fábregas marcó el penalti decisivo me acordé de tantas eliminaciones patéticas, de tantos momentos sufridos, de aquellos romanos que me trataron tan cordialmente y al fin pude respirar con tranquilidad, como si llevara 30 años aguantando la respiración. Afrenta vengada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No es nada personal, es cuestión de negocios.

laportademanolomartinez dijo...

Dicen que no es bueno esperar para vengarse.Vale. Pero qué bueno está este plato cuando llega, aunque sea tarde.