Quisiera ser original, decir algo que nadie hubiera dicho antes. Cantar una belleza sublime como si jamás la hubieran descrito tan exacta. Pero por más pruebas que hago siempre caigo en los mismos tópicos que siempre he escuchado y leído en las revistas que hablan de la primavera sevillana. Que si el color especial, que si olor a azahar, que si el jazmín, la dama de noche o los paseos junto al río. Que si es un espectáculo la propia vigilia de la Semana Santa, cuando la ciudad se prepara para salir a la calle; que si la Feria es la explosión del color y la alegría. Todo lo he leído, descrito con mayor o menor tino de la misma manera.
¿Cómo cuento yo que estos días siento todas esas cosas a la vez sin caer en lo que otros?
Me es imposible. Es como el amor. Nunca diré nada nuevo aunque yo crea que lo siento como nadie, aunque lo viva realmente como nadie. Tanto sentimiento es desbordante y anula la locuacidad.
Sevilla está en primavera, la ciudad ha florecido pero creo que eso no es todo. Creo que el secreto es que yo también estoy en primavera.
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