Mucha gente de Sevilla relaciona la actividad económica con la afluencia a los bares. Si de un sitio se dice que "estaban los bares llenos, yo no sé dónde está la crisis" se quiere decir que ese lugar gozaba de una buena situación económica. No me extraña. Hoy me entero que en Sevilla hay 4.000 bares, uno cada 180 habitantes. El Ayuntamiento recibe 130 nuevas solicitudes cada semestre. No sabemos nada del número de fábricas, industrias, empresas de alta tecnología, de grandes empresas y demás. Cruzcampo para todos.
Dicen los expertos que los bares se han convertido en Sevilla en un "negocio refugio". Y en esto es probable que tengan razón. Es un buen refugio para los inversores, que con una modesta inversión ponen en marcha un negocio que les puede dar unos buenos beneficios y que, a la vista está, funciona en la ciudad. Es un buen refugio para los que tienen poco dinero, porque con un par de euros simpre habrá para la cervecita y la tapa de ensaladilla. Es un buen refugio para los viejecitos, que se pueden meter dentro con sus buenos aires acondicionados y sus chorritos microclimáticos "made in Expo 92". Es un buen refugio para los que no aguantan en casa con los chiquillos y así les enseñan las tradiciones de la ciudad. Refugio para todos.
En Sevilla hay 10.000 veladores oficiales pero como estamos en la ciudad de Rinconete y a ojo yo dirían que hay muchos más. Si hay 4.000 bares y 10.000 veladores caben a un par de mesas y media por bar y el que menos tiene seis. ¿No me cree? Si está en Sevilla asómese a la ventana. Seguro que ve un bar. O dos. Cuente el número de mesas y haga la cuenta. Veladores para todos
Los bares de Sevilla además cuentan con la ventaja de que casi no tienen que tener de comer con lo que el riesgo en productos perecederos es casi nulo. Pese a lo que muchos quieran reconocer en los bares de Sevilla casi no hay comida. Un par de tapas, patas de cangrejo, gambas, papas fritas y cacahuetes. Eso si, mucha cerveza. Bares para todos.
Y los hay que insisten en que eso es trabajo para muchos. Y no les falta razón y no seré yo quien pida que haya menos bares, que cada vez que voy a otra ciudad (osea, todas las semanas) miro extrañado por no ver uno a cada dos pasos. Lo malo es que ésa sea la base de la economía sevillana, que ése sea el termómetro de la capital de Andalucía; que no seamos capaces de medir la prosperidad con otros parámetros que por el número de personas que se agolpan en una barra o esperan de pie una mesita libre en una esquina cualquiera de la ciudad mientras los ciclistas se quejan de que los veladores les invaden el carril bici.
1 comentario:
Buenísmo post,Sergio. Es todo un estudio sociológico sobre los expendedores de zumo de cebada.
Comparto contigo esa idea de que debieran ser otros los parámetros para medir la crisis, por ejemplo, la masificación en urgencias por los recortes sanitarios, o la dificultad de muchas familias para que sus hijos estudien con la universidad elitista que nos quieren imponer. Un abrazo, Manolo
Publicar un comentario