Cuando el belga Olivier Vandewalle decidió escribir su historia en un papel, meterlo en una botella y lanzarlo al mar, probablemente no pensó que tardaría 33 años en obtener respuesta, y mucho menos que esta llegara a través de la red social Facebook, algo inimaginable entonces.
Las redes sociales son el mundo mismo y si alguien deja un mensaje en una botella puede aparecer en cualquier página de cualquier perfil...
Vanderwalle pasaba sus vacaciones navegando frente a las costas británicas cuando arrancó una página de su cuaderno y narró su aventura. "Yo soy un chico de 14 años y vivo en Bélgica. No sé si eres un niño, una mujer o un hombre. Navego en un barco de 18 metros. Su nombre es Damaris. Al mismo tiempo que escribo esta carta, acabamos de pasar por Portland Bill, en la costa sur de Inglaterra. Partimos esta mañana", decía el mensaje.
La botella con el mensaje de Vandewalle estuvo navegando 33 años hasta que la británica Lorraine Yates la encontró en Swanage, en el sur de Inglaterra. Lorraine no dudó y con los únicos datos que tenía, el nombre y el lugar de origen del autor del mensaje, se decidió a buscarlo en Facebook.
Cuando el belga leyó el mensaje que le dejó Yate en la red social no sabía de qué le estaban hablando, pero, una vez que ésta le mencionó el nombre del barco, se acordó de aquel mensaje que envió cuando era un adolescente. Vanderwalle ha reconocido que se sorprendió cuando Yates se puso en contacto con él. "Nunca me imaginé que lo volvería ver", ha dicho al periódico The Sun, "es una de esas cosas que todos los niños hacen". Aunque no a todos le contestan tres décadas después por Internet.
Vanderwalle pasaba sus vacaciones navegando frente a las costas británicas cuando arrancó una página de su cuaderno y narró su aventura. "Yo soy un chico de 14 años y vivo en Bélgica. No sé si eres un niño, una mujer o un hombre. Navego en un barco de 18 metros. Su nombre es Damaris. Al mismo tiempo que escribo esta carta, acabamos de pasar por Portland Bill, en la costa sur de Inglaterra. Partimos esta mañana", decía el mensaje.
La botella con el mensaje de Vandewalle estuvo navegando 33 años hasta que la británica Lorraine Yates la encontró en Swanage, en el sur de Inglaterra. Lorraine no dudó y con los únicos datos que tenía, el nombre y el lugar de origen del autor del mensaje, se decidió a buscarlo en Facebook.
Cuando el belga leyó el mensaje que le dejó Yate en la red social no sabía de qué le estaban hablando, pero, una vez que ésta le mencionó el nombre del barco, se acordó de aquel mensaje que envió cuando era un adolescente. Vanderwalle ha reconocido que se sorprendió cuando Yates se puso en contacto con él. "Nunca me imaginé que lo volvería ver", ha dicho al periódico The Sun, "es una de esas cosas que todos los niños hacen". Aunque no a todos le contestan tres décadas después por Internet.
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