martes, 27 de abril de 2010

La transición fue un camelo

Llevo toda mi vida creyendo en una mentira y por vergüenza a que me llamaran antipatriota no me atrevía a desvelarla pero los acontecimientos que estamos viviendo desde hace un tiempo hacen que, desde mi libertad de expresión, pueda afirmar hoy que, visto lo visto y con una perspectiva histórica, la transición ni fue modélica, ni fue perfecta. Más bien, fue un camelo.
Nos han hecho creer que la transición a un régimen democrático desde la dictadura fue un proceso modélico porque se hizo sin una sola bala, porque contribuyó a la reconciliación nacional y que al final todos nos sentimos cómodos en la nueva situación.
Quizás los demócratas tengan que darle incluso las gracias a los seguidores del antiguo régimen por que no usaran, o mejor dicho, por que no siguieran usando las armas, ya que eran ellos las que las tenían... Pidamos gracias a los fachas por dejar de usar sus armas contra las manifestaciones de aquellos que pedían libertad. Modélico sin duda.
Y la reconciliación nacional esa de la que tanto hemos presumido es una falacia basada en un pacto de silencio que, cada año que pasa, es más vergonzoso. En la transición se llegó un acuerdo por el cual unos dejaban el poder, arrebatado a la República tras un golpe de Estado a cambio de que no les pudiéramos recordar lo que habían hecho durante 40 años... Vaya pacto!
En otros países, como Alemania, todavía andan pidiendo perdón por lo que hicieron sus padres hace 60 años y yo en España todavía no he visto a ningún hijo de golpista hacer lo mismo, y ahí radica la diferencia y por eso es por lo que nuestra transición no puede ser denominada "modélica" mientras TODA la ciudadanía no esté convencida de que unos eran los buenos y otros los malos, mientras los malos no pidan perdón.
¿Hay alguien en España que tenga dudas de quien fue el malo en Chile? No, Pinochet era el malo.
¿Y en Argentina?, ¿Y en Italia? Mussolini...
Llevamos 30 años viviendo en paz porque una parte de la sociedad, en un acto de generosidad sin precedentes, decidió callarse y dejar marchar a los carceleros de sus vidas por miedo a que sus hijos tuvieran un futuro mejor. Pero esos hijos ya hemos crecido y tenemos nuestros niños... Y yo no quiero que mi hijo viva en un país donde no se conozca la verdad y donde no se castiguen los crímenes a la Humanidad. Ya no os tenemos miedo. Y ese es el verdadero final de la transición.

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