No quisiera ser yo quien desmereciera las grandísimas virtudes que tiene Barak Obama que, sin duda, han traído un nuevo tiempo a EE.UU. y al resto del planeta. Pero el anuncio de la academia de Oslo de darle el Premio Nobel de la Paz me parece excesivo y un inconveniente para el propio presidente norteamericano. Más que un favor o un reconocimiento a su labor, creo que le han hecho una faena.
Cuando Obama llegó a la Casa Blanca despertó unas expectativas que eran imposibles de cumplir en un corto espacio de tiempo. De hecho, su popularidad ha caído en bastantes puntos por la sencilla razón de que no ha hecho en un año lo que el otro tampoco hizo en ocho, algo injusto y sólo explicable a esas desorbitadas esperanzas que tenía la gente en él.
Obama ha hecho muchas cosas en este tiempo, pero lo mejor sin duda está por llegar. En los tres años que le quedan de este mandato y con la reelección serían siete más. Si por lo hecho en uno ya le dan el Nobel ¿qué habrá que darle en 1917? Además, de las políticas de Obama, la de la búsqueda de la paz no es, todavía, la que más sobresale. El presidente americano no tiene aún ese hito histórico relacionado con la paz por el que será recordado. Irak sigue vivo, el conflicto de oriente próximo está estancado, no ha habido avances en África... Se ha avanzado pero los resultados no son como para dar un premio tan magno que queda, con esta decisión, un poco en entredicho.
Es probable que Obama terminara mereciendo el premio, dentro de unos años, cuando sus políticas hubieran obtenido los resultados que todos esperamos. Está capacitado para ello y tiene además, la voluntad de hacer muchas cosas. Pero dárselo por adelantado me recuerda a un chiste de Mafalda. Miguelito está frente a un pedestal mirándolo absorto cuando llega Mafalda y le pregunta qué hace allí. El niño le responde que le gustaría que le dedicaran ese pedestal a él, colocando una estatua suya. Mafalda le pregunta qué ha hecho para merecer tal honor y Miguelito dice que nada,pero que así se motivaría a hacerlo.
Obama ya tiene el Nobel, ahora le toca trabajar para merecerlo.
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