Denver. Un padre de familia con aficiones pseudocientíficas elabora en el jardín de tras de su casa un globo aerostático en forma de platillo volante con un compartimento en su base y lo llena de helio. Sus hijos pequeños le ayudan a fabricar la nave. En un momento dado y sin que nadie sepa cómo, el globo despega y se aleja de la casa cielo arriba mientras uno de los hijos grita que su hermano Falcon está montado en él.
Rápidamente se monta un dispositivo. Las autoridades siguen al globo por cielo y tierra y la televisión retransmite el vuelo del niño que alcanza más de 2.000 metros de altura. Los padres siguen el recorrido angustiados, pensando en cómo estará su hijo allí arriba.
Cuando el helio se disipa el globo comienza a descender, poco a poco, hasta que aterriza en un lugar en medio del desierto. Llegan las ambulancias, los servicios de emergencia y de rescate. Abren la trampilla del habitáculo y... ¡Vacío! Falcon no está.
Comienza ahora la búsqueda del niño por los alrededores de la casa, la angustia se hace mayor si cabe hasta que logran encontrarlo... Escondido en una caja del sótano de la casa.
Falcon dijo que se había escondido porque oyó a su padre gritar y tenía miedo de que le abroncara por soltar el globo. El padre ha prometido que en el futuro tratará de tener mejor vigilado al gamberrete.
Todos los niños quieren ser astronautas, sólo unos pocos lo consiguen después de muchos años de sacrificio. Falcon casi lo consigue con sólo seis años.
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