Una verdad a medias es una mentira cruel. No sé si la frase la ha pronunciado antes alguien, pero se me ha venido a la cabeza al hablar con mi amigo José Vega, el patrón del Nuevo Pepita Aurora, el barco barbateño que naufragó con trágico resultado recientemente.
Es evidente que no puedo ser imparcial con Jose, es mi amigo. Pero por cómo cuenta las cosas y los hechos estoy absolutamente seguro de su total inocencia en lo ocurrido e incluso me atrevo a decir que gracias a su pericia y arrojo, muchos de los supervivientes de aquel naufragio le deben la vida.
Hace unos días saltó la noticia de que iba a ser imputado en el caso. Los medios lo sacaron a la luz antes de que se hiciera oficial y Jose Vega lo supiese por la vía correspondiente. Se tuvo que enterar por la prensa. No seré yo quien le niegue el mérito a los compañeros que consiguieron enterarse, eso es ser buen periodista. El problema está en el juzgado o en el fiscal y su equipo que lo filtran a la prensa antes de que lo sepa el propio interesado. Se trata de una actitud poco ética y, sobre todo, poco profesional.
Y luego están las verdades a medias de las que hablaba al principio. Sí está bien sacar una exclusiva y adelantarse a la noticia. Pero está mal, muy mal, no contar la verdad de la noticia, toda la verdad.
Los medios parecen haber encontrado ya un chivo expiatorio a quien culpar de la tragedia del Nuevo Pepita Aurora dando por cierto un informe que está por determinar.
Sí, es verdad que José Vega va a declarar como imputado en el caso del naufragio de su barco, pero lo hará en calidad de imputado porque es la única manera de que pueda hacerlo con todas las garantías legales. No está acusado, está imputado. No es lo mismo, e insinuarlo es no decir la verdad, que es la peor de las mentiras.
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