Viajes. Ciudades extrañas. Ciudades amigas. Estoy en Asturias y quizás por eso el post de hoy va de ir a lugares extraños y encontrarlos comunes. Me llama especialmente la atención el hecho de que uno se pueda sentir en casa independientemente de que se encuentre a 1000 kilómetros de su nevera.
Nací en Barcelona y he vivido muchos años en Sevilla. Son por tanto mis ciudades naturales y cuando estoy en ellas no tengo que explicar a nadie que me siento bien, me siento que pertenezco a esos lugares y ellos pertenecen a mi. Pero eso es normal, he pasado entre sus calles la mayor parte de mi vida,
Lo que realmente tiene importancia es esa atracción anormal que sentimos por algunos sitios, lugares en los que apenas hemos pasado unas horas o unos días y ya nos sentimos integrados. A mi me ha pasado con cuatro. Oviedo, Denia, el Cabo de Gata y Okemos. Me explico por orden inverso.
Okemos (Michigan). Apenas viví allí... bueno da igual cuánto viviera. (Mi madre dice que demasiado), el caso es que desde que llegué a esta zona residencial de EE.UU. me sentí bien, integrado, sin temor a escapar, a pesar de hablar muy poco inglés. No me hizo falta más que pasearme un rato para comprender que encajaba allí
En Gandía me pasó lo mismo. Apenas he visitado la localidad valenciana pero incluso antes de llegar sabía que podría vivir allí el resto de mi vida si lo hacía con la Razón de mi existencia a mi lado, como habíamos soñado... y leído en ese libro del que tanto hablo en mis post, Son de Mar. Denia significa mar, amor incontestable, familia que no comparte tu sangre y raíz de tu raíz.
En el Cabo de Gata he vivido los mejores momentos de mis veranos. Estando deprimido, alegre, solo, acompañado. Su paisaje es tan abrupto como mi vida y cada vez que estoy llegando pienso "ya estoy aquí". Reconozco sus valles, sus playas, las casas y todo me hace sentir a salvo, seguro de que cuando todo me falla al menos me queda esta tierra áspera y a la vez generosa. Veo sus paisajes y sólo tengo que ponerle los personajes que yo quiero para ser un poco feliz.
Y Oviedo. La 1ª vez que llegué cayó una nevada de las que son difíciles de ver. Hoy, pasados casi dos años me siento como en casa, pero me siento así desde ese primer momento. No soy asturiano pero si tuviera que ser algo que no soy me gustaría serlo. aquí no tengo que fingir, siendo yo mismo me reconozco en este lugar y creo que encajo. Por eso escribo esto hoy, porque estoy lejos pero estoy en casa, aunque no estés tu.
A lo mejor es que no soy de ningún lugar, pero yo sé reconocer mis hogares. ¿Cuál es el tuyo?
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