A pocos meses de las elecciones municipales y autonómicas comienza a haber un sonido, aun débil pero permanente, que habla del posible adelanto de las generales para este otoño. Rápidamente, los analistas, todos tan listos, se han apresurado a explicar las posibilidades de que eso ocurra y esas explicaciones son lo que me ha llamado la atención y lo que me mueven a escribir estas líneas. Todo hecho tiene una explicación y justo la contraria.
Un analista político andaluz de renombre me decía la semana pasada "si el PSOE pierde Sevilla, no gana ninguna capital andaluza y fracasa en toda Castilla León la presión del PP va a ser insoportable y habrá que convocar elecciones". También añadía la posibilidad de perder Castilla- La Mancha o Extremadura, que ya no tienen a sus incombustibles varones al frente. Por último, el analista avanzaba que el colmo sería una bomba de ETA o que el recurso del Estatut saliera adelante y los nacionalistas catalanes pidieran un adelanto. Teoría 1.
Pero el viernes pasado estuve con un dirigente del PSOE andaluz que me aseguraba lo contrario. "Si ganamos- decía- las elecciones más o menos igual que como estamos, y ganamos algún sitio más, como Valladolid, Jaén, Granada y alguna comunidad como Baleares, entonces habrá que aprovechar el impulso y convocar generales para otoño". Teoría 2
Osea, que pase lo que pase en mayo, las generales serán, o no serán en octubre. Y habrá explicaciones para ambas decisiones.
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