Muy poco han tardado los que no estaban en absoluto de acuerdo con el movimiento 15-M en demonizarlo aprovechando los lamentables sucesos ocurridos ayer frente al Parlament calatán. La caverna ha salido para desacreditar un movimiento que en un principio era pacífico y que despertaba las simpatías de casi todo el mundo pero que tras acontecimientos como estos corren el peligro de perder todos los apoyos de la ciudadanía si no consiguen desmarcarse de los violentos.
El movimiento 15-M es básicamente asambleario y se jacta de carecer de un/unos líderes claros. Prefieren dejarlo todo a la votación popular. Eso, que puede estar bien como germen, se topa hoy con la dura realidad de los problemas del día, que son los que tiene cualquier organización, incluidos los partidos políticos que tanto demonizan. Si hubiera un líder del movimiento, ayer habría tenido la oportunidad de salir a los medios a condenar el ataque físico a los representantes del pueblo catalán elegidos muy recientemente por más de 3 millones de ciudadanos, tan ciudadanos como los que estaban en la puerta del Parlament. Pero como no hay líder, no hay un claro portavoz, y como no hay claro portavoz el mensaje se pierde.
No dudo que la esencia del 15-M está muy alejada de esa violencia que pudimos ver ayer en la Ciutadella, pero la ingenuidad del movimiento es mayor de lo que creía si pensaban que esto no podía ocurrir y que los que les odian lo utilizarían para desacreditarlos a la mínima oportunidad. Hay dos maneras de modificar un sistema: O desde dentro, usando sus propios mecanismos; o la revolución. Y el 15-M no se decanta por ninguno de ellos.
Hilarante los que le piden responsabilidades a Rubalcaba por lo sucedido ayer en Barcelona. Los Mossos de Equadra (la policía autonómica catalana) dependen de la Generalitat (en manos de CIU) y eran los encargados de la seguridad allí.
El movimiento 15-M es básicamente asambleario y se jacta de carecer de un/unos líderes claros. Prefieren dejarlo todo a la votación popular. Eso, que puede estar bien como germen, se topa hoy con la dura realidad de los problemas del día, que son los que tiene cualquier organización, incluidos los partidos políticos que tanto demonizan. Si hubiera un líder del movimiento, ayer habría tenido la oportunidad de salir a los medios a condenar el ataque físico a los representantes del pueblo catalán elegidos muy recientemente por más de 3 millones de ciudadanos, tan ciudadanos como los que estaban en la puerta del Parlament. Pero como no hay líder, no hay un claro portavoz, y como no hay claro portavoz el mensaje se pierde.
No dudo que la esencia del 15-M está muy alejada de esa violencia que pudimos ver ayer en la Ciutadella, pero la ingenuidad del movimiento es mayor de lo que creía si pensaban que esto no podía ocurrir y que los que les odian lo utilizarían para desacreditarlos a la mínima oportunidad. Hay dos maneras de modificar un sistema: O desde dentro, usando sus propios mecanismos; o la revolución. Y el 15-M no se decanta por ninguno de ellos.
Hilarante los que le piden responsabilidades a Rubalcaba por lo sucedido ayer en Barcelona. Los Mossos de Equadra (la policía autonómica catalana) dependen de la Generalitat (en manos de CIU) y eran los encargados de la seguridad allí.
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