La tragedia del Madrid Arena se sigue cobrando víctimas un mes después de que se produjeran los hechos. Unas son víctimas políticas, cuyas responsabilidades intentan ser depuradas en una absurda comisión en el Ayuntamiento que, como todas, no servirá para determinar nada. Otras serán víctimas de la justicia, que determinará las responsabilidades penales de su actuación y puede dar con los huesos de más de uno en la cárcel. Pero lo peor es que un mes más tarde hemos tenido que asistir a la muerte de una joven de 20 años que no ha podido luchar más contra las heridas que sufrió aquella fatídica noche. Es por ella, por las otras muertes, y por los que nos quedamos aquí, por los que hay que luchar para que no se vuelva a repetir.
Y a propósito de este hecho es importante hablar de los modelos de gestión que se están revisando en este país.
El PP defiende, y siempre ha defendido, una gestión privada de lo público como mecanismo de ahorro de costes y mejora en la gestión. Es un modelo clásico que funciona desde hace mucho en EE.UU. Si los españoles votan masivamente al Partido Popular es de suponer que entienden que es el modelo que quieren. Algunos ejemplos de esa manera de entender los servicios públicos son:
- Hay que hacer un colegio en un barrio: Hay dos opciones, o el gobierno lo construye y lo gestiona o le cede el terreno a alguien (normalmente a una congregación religiosa) para que lo construya y lo gestione concertándolo.
- Hay que hacer un hospital en una zona: Dos opciones
- Una tv autonómica: O tienes a todos los periodistas en plantilla, o contratas a productoras.
- Hay que hacer una zona deportiva: Pues igual...
En el caso del Madrid Arena el Ayuntamiento de Madrid se excusa de lo ocurrido en que era una empresa privada quien organizaba la fiesta, pero es ahí donde creo que radica la perversión de este modelo. Ceder la gestión de lo público a empresas privadas puede hacerse, pero SIEMPRE hay que mantener la capacidad de ejercer un control de lo que están haciendo. No vale con darle el dinero o cederle el espacio y olvidarse de la gestión. Porque al final, si pasa algo, la ciudadanía espera que sea la administración quien vele por esos servicios que presta y por los que paga.
Si en los modelos de gestión pública los excesos de personal, la poca productividad y los elevados costes son males endémicos; en la gestión privada el control sobre las mismas se hace difícil y las responsabilidades se diluyen creando indefensión ante la ciudadanía.
Si la fiesta del Madrid Arena hubiese estado organizada por la delegación de juventud del Ayuntamiento de Madrid no habría dudas sobre la responsabilidad de lo ocurrido, pero como el consistorio "sólo" cedió el espacio... todo el mundo escurre el bulto con razón.
PD: Hay quienes pensamos que una mezcla de ambos modelos de gestión es el mejor de los sistemas. Apostando por lo público cuando se trate de servicios básicos, y por la gestión privada cuando haya que buscar talento y buenos precios.