Javier Arenas se ha venido arriba y ha metido la pata pidiendo un debate sobre la cadena perpetua. Motivado por las encuestas que le dan, después de 30 años en la oposición, la posibilidad de ganar las elecciones en Andalucía, le han podido pasar un par de cosas para este sonrojante pifia: O le han temblado las piernas del vértigo que le produce tal posibilidad, o el exceso de confianza del que que cree que el viento a favor todo lo aguanta.
El caso es que Arenas ha aprovechado el día en que se cumplía un año de la desaparición de Marta del Castillo para decir que había que debatir sobre la cadena perpetua. Esas declaraciones fueron luego modificadas por sus compañeros de partido asegurando que ese debate no se haría en el parlamento... ¿Entonces donde quiere debatirlo Arenas? ¿En el bar de la esquina?
Seamos serios. Una persona que pretende ser el presidente de todos los andaluces no puede usar el dolo de una familia para hacer política populista y fácil. Sabe el candidato Arenas que la cadena perpetua es inconstitucional y que va en contra del espíritu de reinserción de las penas y que no tiene cabida en nuestro marco penal actual. Lo sabe él y lo sabe su partido, que rápidamente le ha corregido sacándose de la manga eso de que "los debates pueden hacerse en muchos sitios y no sólo en el Parlamento"...
Si Javier Arenas y el PP quieren hablar de la cadena perpetua en España que lo digan abiertamente, que lo lleven al congreso. Y si no, cállense y no jueguen con el dolor de una familia que se ha portado de maravilla con lo que llevan encima y que no se merece que la usen de manera partidista.
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