Mira que la que está cayendo es "menúa". Y no me refiero al frío que hace por toda España. Hace ya mucho tiempo, tanto que ni me acuerdo, de la última buena noticia económica, pero he de reconocer que hasta este fin de semana pasado no le he visto las verdaderas orejas al lobo. La cosa pinta muy mal y lo peor es que va a seguir pintando mucho tiempo.
No será éste un post que nos adentre en la melancolía de tiempos mejores, de los mal que lo hicieron unos, de lo peor que lo están haciendo los otros. Es más un bocado de realidad, un trozo de tarta amarga de ver que van a pasar años, que ya llevamos años, y que quizás debemos acostumbrarnos a un mundo simplemente peor. Más pobre.
Hablamos con razón de esa generación de hombres y mujeres que dejaron los estudios antes de tiempo para meterse en la construcción porque en dos meses ganaban más que sus profesores, y se paseaban por delante de los institutos para chulear de coche nuevo delante del resto de alumnos. Es una generación perdida, pero hay quien piensa que ellos se lo buscaron, no toda la culpa va a ser del sistema en aquellos casos en los que había otra posibilidad: Seguir estudiando.
Pero es que hay toda otra generación de profesionales con carreras universitarias, con carreras profesionales sólidas, de ya cierto recorrido, que se encuentran con una mano delante y otra detrás. Gente que debería estar ahora alcanzando una posición social, económica y de estabilidad propia de su edad, gente que se acerca a los 40 y tras años de trabajo, casi que vuelven a estar como al principio. Y ellos seguro que no se lo han buscado.
Esa gente lo tiene muy jodido. Puede que cuando pase todo esto ya les pille algo mayores, ya las ganas de labrarse un buen futuro se les haya pasado. Quizás ya, cuando las velas vuelvan a coger viento, tan sólo quieran mirar atrás y sentarse al sol, a sentir la brisa del mar.
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