jueves, 6 de septiembre de 2007

Tragedia en Barbate, ánimo José

La vida se empeña en maltratar siempre a los mismos. Ayer viniendo de Madrid recibo una llamada que me deja helado, el barco de mi buen amigo José Vega, el Nuevo Pepita Aurora, ha naufragado a 20 millas de Barbate, su puerto. La mar se ha llevado a tres marineros y cinco están desaparecidos. Una tragedia tan real como increíble.
Hablé de Joselito Vega en dos post en Febrero pasado. En el primero, Injusticias Pesqueras, hablaba de cómo lo estaban pasando los marineros barbateños y en especial José, con un barco ultra moderno, el mejor de la flota, pero obligado a pescar en un caladero menor y sujeto a una guerra de precios que le estaba arruinando. Los intermediarios se hacían de oro mientras los pescadores no llegan a fin de mes.
En mi segundo post, El Acuerdo más esperado, informaba sobre el acuerdo entre la UE y Marruecos por el que José Vega podría volver al fin a los caladeros africanos y salir del apuro en el que estaba. Trabajo para un barco con toda la tecnología puntera, la envidia de todos, con una tripulación sabia y una mar con pescado. Parecía que el futuro al fin se decidía a darle a Barbate una nueva oportunidad.
Pero la vida putea siempre a los mismos. Cuando todo parecía que podía ir a mejor aparece algo que lo jode todo. Ayer el Nuevo Pepita Aurora volvía de Larache, Marruecos, muy cerca de Assilah, donde pasé los mejores momentos del 2006, cuando se desató la tragedia. Dicen los marineros que la mar es así, que cuando quiere tumbar un barco lo tumba, y no hay Titanic que se resista.
Mi mente está hoy con los familiares de los marineros, esas familias destrozadas para las que no hay consuelo posible. También pienso en la juventud de Barbate, que con ejemplos como éste, la vida quizás los aleje del sacrificio y los acerque a trabajos "más fáciles y mejor remunerados". La droga se hará cargo de alguno que piense que no merece la pena tirarse al mar por cuatro perras y encima morir en el intento, que es más fácil cargar un fardo de hachís que, si te pillan, lo máximo que te puede pasar es ir a la cárcel, pero no te mueres.
Y José, mi cabeza está hoy con Joselito Vega, Vegovic. Le veo en la foto ido, machacado por el infortunio, pensando en las familias de sus hombres, reconociendo cadáveres, roto. Su barco se ha ido a pique y su vida con él. Es una tragedia humana y económica de la que hay que ver como sale. Él sabe que tiene alrededor a numerosos amigos que no le dejarán, al menos, solo ante la desgracia, aunque no haya consuelo posible con tamaña hecatombe.
Ánimo Jose

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