Con cierto retraso... Aquí va mi cuento de Haloween...
Cuando
era pequeño, a todo el mundo le hacía mucha gracia que tuviera un amigo
invisible.
Muchos
niños tienen un amigo invisible.
Martín
tenía dos
Lolo
y Dolo.
Vivían
en el altillo de su cuarto.
Cuando
estaba sólo se asomaban con sus raras cabezas y le animaban a subir.
Martín
hablaba constantemente de Lolo y Dolo.
Y
sus padres reían
Asombrados
de tener un hijo con tanta imaginación.
Orgullosos
de sus ocurrencias.
Incluso
lo contaban a sus amigos y familiares.
Martín
fue creciendo
Pero
Lolo y Dolo seguían visitándole de vez en cuando.
Y
a los padres del chico aquello dejó de hacerles gracia.
Pero
como Martín seguía jugando con los dos seres invisibles se preocuparon un poco
más.
Así
que llevaron al niño al médico.
-
No se
preocupen. Es un poco raro que siga con esas fantasías, pero un día eso pasará.
– Les dijo.
Y
los padres se quedaron tranquilos.
Y
Martin se preocupó de verdad.
A
partir de entonces dejó de contar a sus padres que seguía viendo a sus amigos.
Lo
hacía a escondidas. Los seres se escondían allí arriba en cuanto alguien
entraba en el cuarto y se quedaban bien callados, sin que nadie pudiera saber
que estaban allí.
Aconsejando
a Martín.
En
silencio.
Los
años pasaron y Martín se hizo un joven alto y guapo.
Las
chicas le encontraban raro, con esa belleza enigmática de las personas calladas
que parecen tener una intensa vida interior.
Hacía
un par de años Lolo y Dolo tuvieron una pelea.
Martín
intentó separarlos
Pero
la cosa se puso más y más grave…
Lolo
empujó a Dolo desde arriba del altillo…
Y
Dolo cayó sin poder hacer nada por evitar la caída.
Pero
la furia de Lolo no tenía fin
Bajó
a por su compañero cuchillo en mano
Y
lo despedazó ante la mirada horrorizada de Martín que gritaba sin parar.
30
puñaladas.
-
Calla o te mato. Le dijo Lolo al pobre Martín, que no podía parar de gritar.
-
¡Calla! Le insistió
Y
como el chico no hacía caso, le cortó en el brazo y subió a su guarida
amenazando al chico.
Al
llegar su madre la escena era siniestra.
Su
hijo estaba en suelo, con la cara desencajada mientras miraba hacia el altillo.
Aterrorizado
Con
el brazo ensangrentado.
La
madre nunca pudo saber cómo se había hecho ese corte el joven.
Martín,
muerto de miedo, se negó siempre a contar lo sucedido.
Y
cada vez que le preguntaban montaba una nueva excusa… Ante la atenta mirada de
Lolo que le hacía señas por detrás sin que nadie pudiera verle.
Lolo
se había vuelto loco y tenía a Martín amordazado.
Se
había hecho más y más poderoso y ahora era capaz de aparecer en el instituto y
amenazar a Martín en cualquier lugar, a cualquier hora.
El
chico sabía de lo que era capaz y por eso trataba de no enfadarle demasiado.
Lolo
lo quería sólo para él y se lo había dejado claro.
Por
eso le amenazó con terminar con un par de amigos que había conseguido hacer en
clase si no se alejaba de ellos. “o ellos o yo- le decía. No puedes tener mas
amigos”.
Por
eso, cuando comenzó a gustarle Paula no se lo dijo a nadie.
Para
que Lolo no sospechara.
La
chica era super guapa y siempre atenta a todo lo que hacía el joven.
Sus
miradas se cruzaban cada veinte segundos en clase y a Martín se le llenaba la
barriga de mariposas.
Comenzaron
a salir.
Pero
Martín siempre se mantuvo reservado.
Se
negaba a contárselo a nadie.
Ni
siquiera a sus padres.
Pero
Lolo se enteró.
Nunca
supo cómo
Pero
Lolo se enteró.
Le
dijo que la dejara de inmediato,
Le
amenazó con tomar cartas en el asunto
Pero
su amor por Paula era mayor que el temor a su viejo amigo
Así
que siguió viéndola.
Y
Lolo tomó cartas en el asunto.
Un
día la chica apareció muerta en una calle desierta.
Todos
se preguntaron cómo había pasado,
Pero
Martín supo muy bien quien era el asesino.
Sobretodo
cuando se enteró de que la chica había sido apuñalada 30 veces.
Martín
se sabía atrapado.
No
podía hacer nada.
Sólo
obedecer a su siniestro amigo que era capaz de todo.
Ya
lo había demostrado un par de veces.
En
su casa su madre no era ajena a la mirada melancólica de su hijo.
Que
no supiera la realidad no la hacía ignorar que su hijo estaba mal.
Así
que comenzó a preguntarle
Y
las evasivas de Martín sólo consiguieron preocuparla aún más.
Un
día, cuando el chico se duchaba la madre le cogió el móvil y lo registró.
Allí
vio fotos de su hijo con Paula, la chica de su instituto asesinada, leyó
mensajes de amor y, horrorizada, se dio cuanta de la relación que mantenía su
hijo con aquella joven tan guapa.
Al
principio Martín lo negó todo
Lolo
estaba detrás, amenazando al chico.
No
podía contar la verdad.
Aquello
era demasiado.
Pero
la madre insistió
Y
las evidencias hicieron imposible cualquier excusa.
Por
eso, cuando el padre de Martín llegó a casa y vio a su mujer bañada en sangre
no le valió de nada que su hijo dijera que había sido su viejo amigo Lolo y que
él había intentado detenerlo.
Su
madre tenía 30 puñaladas.
Martín
descansaba sobre la mujer ensangrentada. En su mano el cuchillo y su mirada
fija en el altillo desde donde sólo él podía oír las risas de su amigo
invisible.