lunes, 3 de septiembre de 2012

La información local, la gran perjudicada de la crisis

Esta mañana las radios han comenzado su nueva programación. En La SER, Pepa Bueno intentará tomar el relevo de Francino y para ello, entre otras muchas novedades, hay una columna de Iñaki Gabilondo, el creador del formato que ahora conduce la expresentadora de TVE. Dentro de todas las novedades hay una que pasa desapercibida entre mucha gente y que me parece que es la más importante: La escasa presencia de la información local en todas las franjas horarias de la radio, en los periódicos y en las televisiones. Y es que la información local es la gran perdedora de la crisis.
Hubo un tiempo en que los grandes medios, atraídos por el auge de la prensa, la radio y la televisión local, decidieron entrar en ese mercado. Sabían que el público estaba cada día más interesado en saber lo que ocurría en cualquier parte del mundo porque las fronteras se hacían cada vez más difusas, la política, la economía y la cultura estaba cada vez más globalizada; pero también sabía que en contraposición a ese hecho, eran las noticias más cercanas las que más interesaban. Saber lo que pasaba en tu barrio, en tu pueblo, en tu ciudad o en tu calle se había convertido en asunto de gran transcendencia.
Pero cuando los grandes grupos de comunicación entraron en el negocio local lo hicieron como suelen hacer las cosas siempre: como un elefante en una cacharrería, aplicando conceptos de gran grupo, sin preguntar a los que llevaban años y años haciendo de eso un negocio rentable. Y ahý hay ejemplos en todos los ámbitos: La red Localia de televisiones locales que creó Prisa; las desconexiones locales de Punto Radio; las ediciones locales de periódicos como La Razón en Sevilla o El Mundo en Almería... Revelaré un secreto a medias: Un gran grupo me llamó hace años a sus oficinas. Fui convocado a una reunión en un gran edificio con solera en Madrid y allí me vi con uno de sus grandes directivos, de estos que uno admira porque sabe lo que han conseguido. Llegué allí con mis periódicos de pueblo y se los enseñé con todo el cariño y la seriedad que intento me caracterice en los negocios y su cara fue un poema al comprobar el "razonable éxito" con el que lo estábamos llevando a cabo con los gastos que yo le decía que tenía. Me confesó que él, para hacer lo mismo, tendría que gastarse más del doble en jefes, subjefes y jefes de los jefes. Al final no llegamos a ningún acuerdo, pero él creyó haber aprendido del negocio de la prensa de proximidad con ese par de conversaciones, pues su grupo intentó tiempo después hacer lo mismo. Su experiencia ha resultado siendo poco fructífera.
Hoy, cuando todos los grandes (medianos y pequeños también) medios están recortando a marchas forzadas, la gran perjudicada es la información local. Unos la están recortando, haciendo menos páginas en los periódicos, menos programción en la radio o desapareciendo de las parrilas de la TV. Están confundiendo su incapacidad para hacer de la información local un negocio rentable con su propia experiencia, basada siempre en conceptos equivocados. En lo que quizás si que estén en lo cierto es en que ellos al menos, no son capaces de hacerlo.
Pero la crisis no ha hecho que la gente deje de estar interesada en la información de proximidad. Puede que ahora más que nunca nos interese saber dónde está la gasolina más barata de nuestro entorno, qué pasa con el colegio de nuestros hijos (no el de otros sitios), si el arreglo de nuestra calle se queda sin hacerse porque el Ayuntamiento dice que no tiene dinero, o si nuestro ambulatorio es el que van a cerrar dentro de un plan que obliga a quitar un 10% de los mismos.
Y es ahora, cuando la iniciativa privada carece de interés o de posibilidades de hacer una información local de calidad y cercana a la ciudadanía, cuando las Administración tiene que garantizarla. Por eso insisto tanto en la necesidad, más que nunca, de televisiones locales y autonómicas. El hecho de que estos entes estén sobredimensionados en sus plantillas y sus presupuestos no debe ser el argumento para hablar de su existencia. La solución pasa por un redimensionamiento de las empresas adecuándolas a este momento de la historia y preparándolas para que puedan afrontar el futuro de una manera solvente y cumpliendo con su objetivo de informar la la ciudadanía de su realidad más cercana, cosa que ya nadie hace, o que sólo hacemos unos pocos. 
 

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