A pesar de que comenzaba mi anterior post con este asunto, me piden que incida en el asunto de las manifestaciones del pasado domingo que bajo el lema Democracia real ya, poblaron las principales ciudades del estado español. Unas manifestaciones que tuvieron escaso eco en los medios de información en el momento en el que se producían, pero que poco a poco se van abriendo camino en las conciencias de todos y que, como los buenos vinos, van ganando en sabor a medida que pasa el tiempo.
Mal hacen los medios de comunicación tradicionales si no están atentos para informar de este tipo de eventos. A su ya angustioso presente se atisba un difícil futuro si siguen dando de lado movimientos ciudadanos como el ocurrido este fin de semana. Mientras las redes sociales echaban humo y la manifestación era TT en Twitter, las teles ni se coscaban y los diarios, con mucha más capacidad de maniobra, apenas si reflejaban el hecho con alguna fotonoticia o un faldoncito perdido en una página par. ¿Es que no hay nadie en esos medios pendiente de lo que se dice en Twitter? ¿De qué se habla en las reuniones de primera? En fin, allá ellos.
La sociedad civil, especialmente los más jóvenes, han sabido crear ya un código de comportamiento ágil y coordinado a través de las redes sociales. No hacen falta grandes campañas de comunicación para avisar de una manifestación que debía repetirse en toda España. Basta seguir esos códigos para que funcione. Y ellos lo saben.
lo que no saben los componentes de ese movimiento es la capacidad de su fuerza. Tienen mucha más de lo que puedan imaginarse, pero para calibrarla habrá que esperar.
Los partidos políticos tradicionales son otros que tal bailan. Permanecer ajenos a este movimiento es no estar en la calle. Eso de lo que presumen todos en estos días. Si fuera verdad eso de que están permanentemente en la calle para saber lo que quieren los vecinos ya se habrían reunido con los participantes de estas manifestaciones. Allí se habrían encontrado con un montón de gente indignada, cansada de tener que pasar por demasiados aros sin que se le vea un posible cambio de rumbo.
Y los jueces y los banqueros deberían aplicarse el mismo cuento. La gente está harta de ellos. Unos, por dictar sentencias con criterios oscuros. Siendo jaleados o denostados en función de intereses personales; los otros, aprovechándose de un sistema que dice que para que la gente normal pueda llegar apenas a fin de mes ellos se tienen que megaforrar, y si no, rompen la baraja. Quizás los banqueros no se den cuenta de que están tirando demasiado de la cuerda, tanto, que a lo mejor un día se rompe, y los millones no compran planetas en los que esconderse como todo salte por los aires.
Dicen que cuando uno pierde la esperanza se hace revolucionario. Y los poderes quizás no se den cuenta de que vamos camino de eso. Pero para darse cuenta hay que abrir el Twitter y ver los Trending Topics, o hacerle caso al asesor que te lo cuenta, porque si esperan verlo en los medios de comunicación tradicionales, cuando quieran hacer algo será demasiado tarde.
Mal hacen los medios de comunicación tradicionales si no están atentos para informar de este tipo de eventos. A su ya angustioso presente se atisba un difícil futuro si siguen dando de lado movimientos ciudadanos como el ocurrido este fin de semana. Mientras las redes sociales echaban humo y la manifestación era TT en Twitter, las teles ni se coscaban y los diarios, con mucha más capacidad de maniobra, apenas si reflejaban el hecho con alguna fotonoticia o un faldoncito perdido en una página par. ¿Es que no hay nadie en esos medios pendiente de lo que se dice en Twitter? ¿De qué se habla en las reuniones de primera? En fin, allá ellos.
La sociedad civil, especialmente los más jóvenes, han sabido crear ya un código de comportamiento ágil y coordinado a través de las redes sociales. No hacen falta grandes campañas de comunicación para avisar de una manifestación que debía repetirse en toda España. Basta seguir esos códigos para que funcione. Y ellos lo saben.
lo que no saben los componentes de ese movimiento es la capacidad de su fuerza. Tienen mucha más de lo que puedan imaginarse, pero para calibrarla habrá que esperar.
Los partidos políticos tradicionales son otros que tal bailan. Permanecer ajenos a este movimiento es no estar en la calle. Eso de lo que presumen todos en estos días. Si fuera verdad eso de que están permanentemente en la calle para saber lo que quieren los vecinos ya se habrían reunido con los participantes de estas manifestaciones. Allí se habrían encontrado con un montón de gente indignada, cansada de tener que pasar por demasiados aros sin que se le vea un posible cambio de rumbo.
Y los jueces y los banqueros deberían aplicarse el mismo cuento. La gente está harta de ellos. Unos, por dictar sentencias con criterios oscuros. Siendo jaleados o denostados en función de intereses personales; los otros, aprovechándose de un sistema que dice que para que la gente normal pueda llegar apenas a fin de mes ellos se tienen que megaforrar, y si no, rompen la baraja. Quizás los banqueros no se den cuenta de que están tirando demasiado de la cuerda, tanto, que a lo mejor un día se rompe, y los millones no compran planetas en los que esconderse como todo salte por los aires.
Dicen que cuando uno pierde la esperanza se hace revolucionario. Y los poderes quizás no se den cuenta de que vamos camino de eso. Pero para darse cuenta hay que abrir el Twitter y ver los Trending Topics, o hacerle caso al asesor que te lo cuenta, porque si esperan verlo en los medios de comunicación tradicionales, cuando quieran hacer algo será demasiado tarde.
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