Escuchando algunas emisoras de radio y leyendo algunos periódicos dan ganas de lanzarse a las barricadas. Es imposible que las cosas vayan tan mal en España, en Andalucía y en Sevilla y que la ciudadanía no se haya tirado a las calles a reclamar pan. Luego, uno sale a la calle y ve a la gente pasear, de compras y en fin, haciendo vida normal, y hay que preguntarse cual es el reflejo que quieren dar de la realidad.
En verano pedí ingenuamente que nadie se inventara noticias, que no elevaran a tal categoría hechos intranscendentes, y que era mucho más honesto abrir un telediario diciendo que no había pasado nada antes que inflar una tontería: Pues bien, casi todos me hicieron caso. (Bueno, no a mi)
Pero ha sido llegar septiembre y se ha abierto la caja de los truenos. Todo está mal. Todo es un desastre, sólo hay paro, corrupción, errores, despropósitos, gente que se aprovecha de todo, leyes que van a romper la familia (otra vez y no sé cuántas veces se van a romper las familias y España), otras que asesinan... Y resulta que yo en la calle veo a gente en bici que va de un lado para otro tan a gusto.
No es de extrañar que la ciudadanía lea cada vez menos ese tipo de prensa y acuda a otra más amable y más útil. A veces, las respuestas a grandes problemas están en las bases más sencillas.
