martes, 20 de noviembre de 2007

La Macarena de todos

El ataque sufrido por la Hermandad de la Macarena la pasada semana demuestra que los hechos acontecidos en la Guerra Civil y en los años posteriores están lejos de ser olvidados. El atrio de la basílica apareció con manchas de globos explotados que conformaban la bandera republicana y el azulejo que representa una imagen de la virgen, que está a la derecha del templo tenía pintadas alusivas al rey y a Queipo de Llano.
En primer lugar hay que decir que ninguna idea política, por razonable que parezca, ninguna reivindicación, por sana que parezca, puede ser defendida a base de ataques físicos. La palabra es el camino y quien no esté dispuesto a defenderse y a argumentar no puede enarbolar la bandera de la democracia. Todos sabemos las ideas que defienden aquellos que atacaron la basílica de la Macarena, pero sus argumentos quedan completamente en un segundo plano tras su desastrosa actuación.
Y dicho esto, que es lo más importante, hay que hablar de lo que encierra la basílica de la Macarena. Una hermandad tan sevillana y con tantos devotos en todo el mundo no puede albergar en sus entrañas a un verdadero asesino como fue Queipo de Llano, que practicó una verdadera matanza precisamente en San Luís, por muchos favores que le hiciera a la Hermandad.
Recuerdo con especial nostalgia las mañanas de viernes santo de cuando era niño. Venía de pasar la madrugá con mis padres. Una noche mágica que transcurría rápida y lenta a la vez, con momentos de éxtasis y de parones, de risas y de silencios, aprendiendo a ser sevillano. Cuando el día clareaba la Macarena llega al barrio. San Juan de la Palma se llenaba de gente para ver pasar a La Macarena. Entre Viriato, Feria y Regina me colocaba para verla de cerca, junto a Pueyo. Mis padres estaban demasiado cansados y se iban a dormir, pero yo quería quedarme a verla una vez más. Ya la había visto en Chapineros, pero eso había sido horas antes, cuando la noche era la dueña de la ciudad. Ahora era de día y las caras de las personas eran diferentes y allí se mezclaban los que llevábamos más de diez horas andando con los que se acababan de levantar.
La virgen venía por la plaza y llegaba a la esquina de Feria. "Viene cansá", decía una vecina. "Si pero se la ve contenta de llegar al barrio" le contestaba otra. Y yo miraba todo aquello feliz de que todo eso pasara junto a mi casa, orgulloso de ser macareno por proximidad geográfica.
Pero hace unos pocos años me enteré de que en la Basílica descansaban (si pueden descansar) los restos del General Queipo de Llano y al estudiar quien era semejante "salvador de la patria" y averiguar las verdaderas barbaridades que hizo en la ciudad, a los sevillanos y en particular en el propio barrio de San Luís, una mezcla de incredulidad y vergüenza me atolondraron. ¿Cómo era posible que una hermandad tan maravillosa con la Macarena tuviera en lugar tan preferente a ese personaje? ¿Cómo es posible que lleve el fajín de ese General y lo saque todas las madrugadas?
Me dicen que la Virgen puede llevar el fajín por una orden del ejército, que le concedió ese privilegio... y estoy de acuerdo, pero... ¿No hay más fajines de generales?, ¿No hay más generales macarenos?
Dicen que Queipo está allí enterrado por su condición de cristiano. (Vaya cristiano, en mi concepto de cristiandad no se cuentan las veces que se van a misa, sino las buenas acciones que se hacen en favor de los demás, pero bueno). ¿Y no hay más cristianos? ¿No hay nadie dentro de la Hermandad que merezca el privilegio de descansar junto a la Virgen más que este señor? ¿Alguien que no provoque el rechazo de mucha gente?
No puedo dejar de sentirme macareno, pero me parece que la hermandad tiene que reflexionar sobre este asunto y dejar de dividir tomando partido por uno de los bandos y hacerse de todos. Hay macarenos que no entramos en la basílica para no ver lo que nos hace año. Nosotros rezamos desde fuera... y nos gustaría poder entrar.

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