Estando en Asturias me entero de que Pablo Salas nos ha dejado tras una larga enfermedad y me quedo mirando hacia los montes verdes de esta región, pensando en cuando trabajamos codo con codo. Nunca se me habría ocurrido que me darían esa noticia estando yo aquí, tan lejos.
Pablo me vio crecer como responsable de esta casa y fue testigo directo del desarrollo de un proyecto que hoy es una realidad consolidada. Sin Pablo, igual que sin alguno más, los periódicos, la productora que hoy conocemos, no serían lo que son.
Me piden que diga algo original, algo que intente describirle tal y como era pero no sé qué decir. No hay palabras que retraten a una persona. Es injusto pedirle eso a las palabras y una falta de respeto a la persona descrita. Pablo era Pablo; y maldita la hora que se lo llevó y maldita la vida por ser cruel; y maldita la conciencia, y odio hacerme mayor y recordar momentos felices con alguien que no está y ya no va a estar ... y nada más.
Creo que nos llevábamos bien. Creo que me quería. Creo que me apreciaba. Me hacía sentir bien. Como a todos. Pero Pablo te hacía sentir diferente, especial, con cada uno tenía alguna "causa común", un chascarrillo particular. Conmigo tenía aficiones comunes, una la de hablar catalán en medio de la redacción, sobretodo para cabrear a Clara Almagro. Los dos nos pasábamos un buen rato para asombro de todos rajando un idioma que nos traía buenos recuerdos. A mi de infancia y a él de juventud. De esa derivábamos al Barça y de ahí... a las setas. Si lo piensas todo tiene sentido.
Pablo se ha ido poco a poco, sin ruido. Cada día se iba un poco más. Cada vez más lejos. Verle en Navidad se convirtió en una tradición bonita, en una alegría por tenerle cerca una vez más y una fuente de preocupación por verle ganar batallas y perder la guerra. Esa que perdemos todos.No creo mucho en Cielos ni en infiernos. Creo en las personas. Pero me gusta pensar en que Pablo está en algún lado, que viene de ver a un cliente, sonriente, con un contrato en la mano y una anécdota en la boca. Y que me hablará en catalán, sólo una vez más, y comentaremos lo que hizo ayer el Barça y yo seré más joven e ingenuo. Pienso ir a Zalamea cuando sea Noviembre, y bajo la hojarasca crezcan rovellons, y los cogeré, yo en tu nombre, para que no se queden esperándote. Le contaré al bosque que yo cogí tu cesta de mimbre y que tu esperas, en alguna parte, esa barbacoa que nunca hicimos. Adeu, Pau. Adeu i bon viatje.
Pablo me vio crecer como responsable de esta casa y fue testigo directo del desarrollo de un proyecto que hoy es una realidad consolidada. Sin Pablo, igual que sin alguno más, los periódicos, la productora que hoy conocemos, no serían lo que son.
Me piden que diga algo original, algo que intente describirle tal y como era pero no sé qué decir. No hay palabras que retraten a una persona. Es injusto pedirle eso a las palabras y una falta de respeto a la persona descrita. Pablo era Pablo; y maldita la hora que se lo llevó y maldita la vida por ser cruel; y maldita la conciencia, y odio hacerme mayor y recordar momentos felices con alguien que no está y ya no va a estar ... y nada más.
Creo que nos llevábamos bien. Creo que me quería. Creo que me apreciaba. Me hacía sentir bien. Como a todos. Pero Pablo te hacía sentir diferente, especial, con cada uno tenía alguna "causa común", un chascarrillo particular. Conmigo tenía aficiones comunes, una la de hablar catalán en medio de la redacción, sobretodo para cabrear a Clara Almagro. Los dos nos pasábamos un buen rato para asombro de todos rajando un idioma que nos traía buenos recuerdos. A mi de infancia y a él de juventud. De esa derivábamos al Barça y de ahí... a las setas. Si lo piensas todo tiene sentido.
Pablo se ha ido poco a poco, sin ruido. Cada día se iba un poco más. Cada vez más lejos. Verle en Navidad se convirtió en una tradición bonita, en una alegría por tenerle cerca una vez más y una fuente de preocupación por verle ganar batallas y perder la guerra. Esa que perdemos todos.No creo mucho en Cielos ni en infiernos. Creo en las personas. Pero me gusta pensar en que Pablo está en algún lado, que viene de ver a un cliente, sonriente, con un contrato en la mano y una anécdota en la boca. Y que me hablará en catalán, sólo una vez más, y comentaremos lo que hizo ayer el Barça y yo seré más joven e ingenuo. Pienso ir a Zalamea cuando sea Noviembre, y bajo la hojarasca crezcan rovellons, y los cogeré, yo en tu nombre, para que no se queden esperándote. Le contaré al bosque que yo cogí tu cesta de mimbre y que tu esperas, en alguna parte, esa barbacoa que nunca hicimos. Adeu, Pau. Adeu i bon viatje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario