Hoy me lo voy a jugar bien jugada. Como uno de esos triples en el último segundo con dos abajo en los que se prefieren los tres puntos a asegurar la prórroga. El partido se llama Adolfo Suarez, la canasta fácil de dos puntos es hablar bien de él, decir que fue un hombre de Estado y el gran artífice de la democracia en España. El triple es decir algo que no hizo bien. Tengo la mano tonta.
No le negaré al personaje los maravillosos adjetivos que lo sitúan al frente de un gobierno asaltado por todos; ni las loas a su ejercicio de responsabilidad y de honestidad dimitiendo cuando creyó que no podía hacer nada más; ni que mal que bien lograra meternos en una etapa democrática de la que aún hoy disfrutamos y que es la más larga de la historia de nuestro país. Pero hay alguna cosa más.
Suárez dimitió acosado por los que rememoraban el Antiguo Régimen franquista y le acusaban de traidor. Él, que había sido un alto mandatario del Movimiento, a la cabeza de las reformas democráticas. Acosado por su propio partido, cuyos dirigentes se creían con la misma capacidad que el promotor para dirigir esa recién creada UCD. Acosado por la oposición implacable del PSOE, que hacía su papel mejor que nunca, denunciando la desastrosa situación del país en términos económicos, de derechos y de situación general de bienestar social. Acosado por el pueblo, que hacía huelgas cada día para demostrar el descontento generalizado en que se encontraba.
Y si todo el mundo acosaba al Presidente... ¿No será que alguna razón habría para acosarle?
Suárez se dedicó a democratizar España, ardua labor la suya, pero por incapacidad o por que simplemente no le daba tiempo a más, el país era un solar, con una inflación de caballo y una situación social inaguantable. Poco más o menos como ahora. Eso influyó entonces para que nadie le echara de menos cuando se fue. (Nada que ver con los artículos y declaraciones de este fin de semana).
Y luego está Andalucía...
Suarez se opuso a que Andalucía tuviera una autonomía de primera como la que había promovido en Cataluña, país Vasco y Galicia. Jugó con malas artes, poniendo unas reglas del juego a los andaluces que no les habían puesto al resto para evitar lo que sólo el pueblo andaluz fue capaz de evitar: Entrar por la puerta de atrás en el Estado de las Autonomías. Tan es así, que gracias a Andalucía, hoy tenemos el Estado que tenemos y no el que él había preparado, mucho más centralista y asimétrico. Su propio ministro de las Regiones, el andaluz Clavero Arévalo, tuvo que ponerse enfrente y defender el modelo que demandaba el pueblo, defender un referéndum justo, y una autonomía por el 151. De eso apenas he leído estos días y me resulta sorprendente. Suárez no quería una autonomía plena para Andalucía. Esto explica muchas cosas que pasan en cada elección que se produce en esta tierra, y quien no lo quiera ver se sigue chocando con la realidad de las urnas.
Ahora llámenme desagradecido y todo lo que quieran. Ya lo dice el subtítulo de mi blog: Todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra.