Me habría gustado leer algún artículo de Lázaro Carreter sobre los vocablos que últimamente se usan para denominar cuestiones relacionadas con internet. Se trata de un mundo al que el maestro Don Fernando habría podido dedicar un tercer tomo de El Dardo en la palabra. Una pena que se fuera en 2004 y nos haya dejado húerfanos de mandobles y delicadas críticas a aquellos que se dedican a hablar sin dar una a derechas. Me habría encantado leer lo que tenía que decir sobre "monetizar".
Los aprendices de periodistas (gente que escribe en blogs, Facebook, Twitter y demás impulsores de las nuevas tecnologías) se refieren a la manera de convertir en dinerito el número ingente de horas que se pasan delante del ordenador postulando sobre asuntos que conocen parcialmente y sobre los que adoctrinan a sus fieles seguidores. Mi tia abuela Mercedes habría dicho "sacarle algo", mucho más correcto y, por otro lado, literal.
La explosión de las redes sociales, de las páginas web aplicaciones para móviles y demás soportes digitales ha supuesto un desembolso importante en empresas de todo tipo. Por un lado están las que han creado esos instrumentos, gente que ha desarrollado nuevas fórmulas de comunicación y que las han puesto a disposición de los usuarios. por otro lado los que las usan y pretenden, gracias a ellas, vender más. Después de tanto trabajo, llega la hora de intentar "monetizar".
Imaginemos al inventor de Wahtsapp. Si todo el mundo se descarga la aplicación gratuitamente... ¿qué saca el que la creó? ¿el que la actualiza?
¿Y Twitter? Se ha mostrado como la red social más pujante del momento, con millones de usuarios que envían mensajes y mensajes. ¿Que sacan los dueños de Twitter? ¿Qué saca una empresa de sus "tweets"? ¿Qué saca un particular de tener miles y miles de seguidores? Hasta ahora nada, o casi nada.
Por eso la gente se está cansando del jueguecito. Todo el día actualizando los perfiles de las redes sociales sin verle la rentabilidad directa al invento, más allá de la notoriedad que pueda significar y el sueño de convertir uno de tus contenidos en estrella de internet y así dar el pelotazo con alguna chorrada. Y eso no basta.
O somos permeables a la manera en que nos enfrentamos a las redes sociales y a las aplicaciones o un día el chiringuito del "no pago nada" nos va a salir caro.