La declaración de independencia de Kosovo no está teniendo toda la difusión que debiera en nuestro país. Este declaración, sin el apoyo de la ONU, sienta un precedente peligrosísimo para los separatistas de toda Europa, que a partir de ahora podrán esgrimir el ejemplo de esta región para lograr sus objetivos. Líderes vascos y catalanes se han apresurado a decir que es un triunfo de la democracia y ya han apuntado el camino que van a seguir a partir de ahora.
Kosovo es la región en la que se originó la cultura serbia y parece por tanto exótico que se separe de la nación que creó. Es como si Asturias, cuna de lo que luego ha sido España, se separara del resto del país.
Los que están a favor de esa independencia argumentan que en Kósovo hay una mayoría de población albanesa y que esas personas la quieren. Un ejemplo parecido: Supongamos en el ritmo de llegada de marroquíes a Almería siguiera y siguiera hasta que éstos fueran mayoría en la provincia. ¿Tendrían derecho a independizarse de España por ello? Pues es lo mismo.
Otra razón que buscan los que dan el si a la independencia es que la población albanokosovar sufrió lo indecible por la represión serbia. Condeno por supuesto todos esos hechos y nada justifica lo que hizo Milosevic en sus oscuros años de poder desde Belgrado, pero difícilmente justifican una independencia unos hechos ocurridos hace unos años cuando en contra hay siglos de tradición.
La posición del gobierno español fue en un primer momento algo tibia pero afortunadamente hoy se ha manifestado abiertamente en contra de una declaración de independiente unilateral. Las normas internacionales hay que cumplirlas y son la única manera de garantizar que el mundo se ocupa de que los países no cometan injusticias basadas en cuestiones situaciones coyunturales.
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