Advertencia. Este relato NO es para menores. Tampoco para personas con estómagos delicados...
No sabía el nombre de aquel tipo. Sólo que tenía que morir
despacio… Y vaya si tardó en morir. Nunca creí que un hombre tuviera tanto
aguante al desangrarse. Soy un tío que se informa mogollón y había leído que
Séneca se suicidó cortándose las venas en agua caliente quedándose como
dormido. Mis instrucciones eran un poco más crueles y se me fue la mano… Y el
tiempo.
Verán soy… bueno, soy un asesino por encargo. No soy un
degenerado, joder. No soy uno de esos que mata a su mujer y la congela en
trocitos. Yo lo hago por dinero. Es un trabajo como otro cualquiera, sólo que
en éste caso si te pillan vas directo a la cárcel. Es verdad que disfruto con
mi trabajo, pero a los carniceros también les gusta el suyo y nadie se mete con
ellos, ¿vale?
Esta mañana tenía una “cita” con un desgraciado bien
temprano. Según los datos de quien me había hecho el encargo el hombre salía de
su casa a eso de las seis, así que era el momento idóneo para agarrarlo, y hacer el trabajo. Tiempo suficiente para
luego pasar la ITV de mi coche. Que los matones también tenemos una vida,
joder. El caso es que como el idiota este no se moría ni a la de tres, no me
dio tiempo a deshacerme del cadáver y me he tenido que venir a la estación de
ITV´s con el muerto en el maletero. ¿Qué otra cosa podía hacer? Había pedido
cita por internet hace días y si no estaba aquí a las 9:15 tendría que volver a
pedirla y no tengo tanto tiempo libre.
Corté a aquel tipo por doscientos sitios y el pobre no
paraba de sangrar. Tendrías que haber visto la cara que ponía al verse el bazo
fuera de su enorme barriga. Yo estaba flipado de que no se desmayara, pero él
también. No quería apuñalarle el corazón, no me parecía profesional. El encargo
era que se muriera desangrado así que nada de cuchilladas mortales. Eso si,
como no paraba de chillar tuve que cortarle la lengua casi al principio y eso
fue una putada, porque a mí me gusta comentar la jugada y en este caso sólo
estábamos el infeliz y yo.
Nada más llegar a la ITV tuve que pedir número para pagar.
Una pantallita táctil de esas me dio número. Aquello estaba lleno de gente.
Pagué mis 43 € de rigor y ahora estoy esperando a que me llamen. Uno tiene que
meter el coche por una especie de túnel por el que un tipo al que llaman “el
verificador” le va haciendo pruebas hasta que sale por el otro lado. Allí se
supone que me darán el sellito ese para ponerlo en el cristal.
No me gusta intimar con los tipos que mato. Prefiero saber
sólo lo indispensable para poder hacer mi trabajo, pero cuanto menos sepa
mejor. Los tíos del matadero dicen lo mismo, o los que crían pollos y toda esa
mierda. Pero como éste no se moría y aquello se hacía más y más largo le pedí
que me escribiera su nombre en un papel. Se creyó que se lo preguntaba por si
me había equivocado así que lo escribió super rápido, y eso que a esas alturas
ya le faltaban un par de dedos de esa mano.
Ya me han llamado.
El tío me pide que meta el coche. Que lo arranque, que le dé
a las largas, a las cortas, a las luces de freno… Se ha puesto a revisar los
faros. Con los de delante no hay problema, ahora va a ver las de atrás. Más le
vale no abrir el capot… ¡Un momento! ¡Este de la ITV se parece mogollón al
fiambre que llevo en el maletero! ¡No puede ser!
Me dice que siga adelante con el coche y que lo ponga encima
de un agujero. El verificador de la ITV baja por unas escaleritas y se pone a
mirar los bajos de mi coche. La verdad es que me estoy poniendo nervioso.
Quizás no haya sido una buena idea traerme al muerto a la revisión. Está
tocando algo por abajo…
Ya sube.
Ahora ha metido algo en mi tubo de escape. Está midiendo los
gases que emite mi coche. Joder, tiene la cara a menos de medio metro del
fiambre…
Los hay que se desmayan al primer corte, y los hay que el
miedo les impide perder el conocimiento. Por mucho daño que les hagas. Algún
tipo me dijo que incluso hay víctimas que te piden que acabes con ellas de una
vez, pero eso a mí nunca me ha pasado. A mí siempre me suplican que les deje
vivos. Será la condición humana.
El de la ITV me acaba de decir que lleve el coche al
siguiente punto, que va a medir la respuesta de los frenos. Joder, que este tío
se parece mucho al fiambre y a mí eso me está dando muy mal rollo.
Meto la rueda en un rodillo. Freno. El coche se queda
bloqueado. El tipo me sonríe. Tiene la misma cara que el del maletero cuando
descansó, al fin. Yo me estaba cansando y además, no llegaba a la ITV, así que
me decidí a terminar con aquello y comencé a apretarle el cuerpo y de los
cientos de orificios salía sangre a borbotones. Con cada apretón el infeliz
debía perder medio litro de sangre.
Ahora mide las ruedas traseras.
Al final, o se quedó sin sangre o se ahogó en ella, porque
aquello era un desastre y ya no sabía si le salía o le entraba. Me miró y de
pronto, dejó de verme.
Ya he terminado. El hombre me dice que me espere fuera, que
me va a hacer los papeles.
Esto me pone más nervioso.
Me siento en el maletero a esperar y de pronto me doy cuenta
de que he ido dejando un reguero de gotas pequeñitas. Vistas en el suelo pueden
parecer de aceite, pero yo sé perfectamente que no lo son.
¡Joder!
¿Y si está llamando a la Policía? ¿Y si toda la prueba no es
sólo una estratagema para mantenerme ocupado mientras llega la pasma?
¡Mierda!
¡Tendría que haber dejado a este desgraciado en medio del
campo e ir a por él más tarde!
¡Ahí viene!
Me da los papeles.
-
Todo está bien. Ya no tiene que volver hasta
2016. El coche gotea. Creí que era aceite, pero no es.. ni idea.
Me da los papeles y me monto en el coche. Salgo lentamente,
que no se note mi nerviosismo. Paro en cuanto puedo y miro los papeles que me
ha dado. Al leer el nombre del tio de la ITV no me lo puedo creer. Lo vuelvo a
leer. Saco el papel en el que el fiambre escribió el suyo. Está lleno de sangre
pero aún puedo leerlo. Los compruebo. Si. Es real. Son hermanos. Mejor lo
troceo y lo entierro en un olivar que conozco.