¿Por qué las tiendas de alimentación de debajo de casa (ahora copadas por los chinos) se llaman "desavío" en vez de "avío"?
¿Por qué tras la Navidad nos toca "descambiar" lo que no nos está bien en vez de simplemente "cambiar"?
Andaba yo varios días con esta duda existencial que sin duda es clave para comprender la crisis económica y de valores que sufre la socuedad española cuando esta mañana me he vuelto a topar con la palabrita "desavío", esta vez impresa en una furgoneta que anunciaba las bondades de un establecimiento sito en un popular barrio del estrarradio sevillano. Este hecho me ha hecho buscar las cuatro palabritas convencido yo de que el prefijo "des" estaba de más.
Pues ¡zas!, en toda la boca.
Resulta que "desavío" existe y es correcto su uso tal cual es entendido por la mayoría.
Y no me dejo atrás "descambiar", con esta palabra, recuerdan las Academias de la Lengua, se expresa la idea de que se deshace un intercambio comercial: el de un producto a cambio de dinero.
Así que ya pueden correr a descambiar todo lo que no les guste o no les esté bien. Y si llegan tarde a casa, ya saben que a la tienda de la esquina se le puede llamar desavío, aunque me temo que el chino que ahora lo regenta no se va a enterar de nada y le da exáctamente igual cómo lo llames siempre que pagues a la salida.
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