He tenido un día complicado, pero llego a tiempo...
Hoy toca romancero viejo.
Por mis compis del Colegio Aljarafe, compañeros de malliot, sudores, sufrimiento, alegrías y descubrimientos.
Por Ramón, mi profesor de dramatización en ese mismo centro, que sacó de mi cosas que ni yo mismo sabía que tenía dentro y que me han servido para el resto de mi vida.
Por mi madre, que se llamaba Juana y que hacía las mejores fiestas de San Juan.
La mañana de San Juan
al tiempo que alboreaba,
gran fiesta hacen los moros
por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos
y jugando de las lanzas,
ricos pendones en ellas
broslados por sus amadas,
ricas marlotas vestidas
tejidas de oro y grana.
El moro que amores tiene
señales de ello mostraba,
y el que no tenía amores
allí no escarmuzaba.
Las damas moras los miran
de las torres de la Alhambra,
también se los mira el rey
de dentro de la Alcazaba.
Dando voces vino un moro
con la cara ensangrantada:
-Con tu licencia, el rey,
te daré una nueva mala:
el infante don Fernando
tiene a Antequera ganada;
muchos moros deja muertos,
yo soy quien mejor librara,
siete lanzadas yo traigo,
el cuerpo todo me pasan,
los que conmigo escaparon
en Archidona quedaban.
Con la tal nueva el rey
la cara se le demudaba;
manda juntar sus trompetas
que toquen todas el arma,
manda juntar a los suyos,
hace muy gran cabalgada,
y a las puertas de Alcalá,
que la Real se llamaba,
los crisitianos y los moros
una escaramuza traban.
Los cristianos eran muchos,
mas llevaban orden mala,
los moros, que son de guerra,
dádoles han mala carga,
de ellos matan, de ellos prenden,
de ellos toman en celada.
Con la victoria, los moros
van la vuelta de Granada;
a grandes voces decían:
-¡La victoria ya es cobrada!
Hoy toca romancero viejo.
Por mis compis del Colegio Aljarafe, compañeros de malliot, sudores, sufrimiento, alegrías y descubrimientos.
Por Ramón, mi profesor de dramatización en ese mismo centro, que sacó de mi cosas que ni yo mismo sabía que tenía dentro y que me han servido para el resto de mi vida.
Por mi madre, que se llamaba Juana y que hacía las mejores fiestas de San Juan.
La mañana de San Juan
al tiempo que alboreaba,
gran fiesta hacen los moros
por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos
y jugando de las lanzas,
ricos pendones en ellas
broslados por sus amadas,
ricas marlotas vestidas
tejidas de oro y grana.
El moro que amores tiene
señales de ello mostraba,
y el que no tenía amores
allí no escarmuzaba.
Las damas moras los miran
de las torres de la Alhambra,
también se los mira el rey
de dentro de la Alcazaba.
Dando voces vino un moro
con la cara ensangrantada:
-Con tu licencia, el rey,
te daré una nueva mala:
el infante don Fernando
tiene a Antequera ganada;
muchos moros deja muertos,
yo soy quien mejor librara,
siete lanzadas yo traigo,
el cuerpo todo me pasan,
los que conmigo escaparon
en Archidona quedaban.
Con la tal nueva el rey
la cara se le demudaba;
manda juntar sus trompetas
que toquen todas el arma,
manda juntar a los suyos,
hace muy gran cabalgada,
y a las puertas de Alcalá,
que la Real se llamaba,
los crisitianos y los moros
una escaramuza traban.
Los cristianos eran muchos,
mas llevaban orden mala,
los moros, que son de guerra,
dádoles han mala carga,
de ellos matan, de ellos prenden,
de ellos toman en celada.
Con la victoria, los moros
van la vuelta de Granada;
a grandes voces decían:
-¡La victoria ya es cobrada!
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